Bultos en el cuello: cuándo preocuparse y cuándo no
- Redacción Qhali
- 20 jun
- 2 Min. de lectura
Saber identificar cuándo consultar con un especialista puede marcar la diferencia.
Foto: Freepick

Los bultos en el cuello, también conocidos como masas cervicales, pueden aparecer por múltiples razones. En muchos casos, se trata de ganglios linfáticos inflamados, una respuesta normal del cuerpo ante infecciones leves, como un resfriado común o una faringitis.
El cuello alberga estructuras vitales como ganglios linfáticos, tiroides, vasos sanguíneos y músculos, por lo que cualquier alteración puede reflejar un problema local o sistémico, señalan expertos de la Clínica Mayo (EE. UU.).
Causas más frecuentes (y benignas)
Las causas más comunes de los bultos en el cuello incluyen:
Infecciones virales o bacterianas, como amigdalitis, mononucleosis o tuberculosis.
Quistes benignos congénitos, como los quistes branquiales o del conducto tirogloso.
Lipomas, que son tumores grasos no cancerosos y de crecimiento lento.
Inflamación de glándulas salivales, por cálculos o infecciones.
En estos casos, el bulto suele ser blando, móvil, doloroso al tacto y desaparece en unas semanas.
¿Cuándo deberías consultar a un médico?
Aunque muchos bultos se resuelven espontáneamente, existen señales de alerta que justifican una evaluación médica inmediata:
Bultos que duran más de tres semanas.
Aparición sin causa evidente o tras los 40 años.
Consistencia dura, adherida y no dolorosa.
Presencia de síntomas como fiebre persistente, sudoración nocturna o pérdida de peso sin razón aparente.
Bultos relacionados con la tiroides
Una causa común de bultos en la parte anterior del cuello está relacionada con la glándula tiroides. Estos pueden ser:
Nódulos tiroideos, que en su mayoría son benignos, pero en algunos casos pueden requerir biopsia.
Bocio, agrandamiento de la tiroides, que puede estar asociado a hipotiroidismo o hipertiroidismo.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 5-7% de la población mundial presenta algún tipo de alteración tiroidea, y muchas veces el primer signo es un bulto palpable en el cuello.
¿Qué exámenes se realizan para el diagnóstico?
Cuando un paciente acude por un bulto en el cuello, el médico puede indicar:
Ecografía de cuello: primera prueba de imagen para observar el tamaño, forma y contenido del bulto.
Análisis de sangre: para evaluar infecciones o función tiroidea.
Tomografía o resonancia magnética, si se sospecha una lesión profunda.
Punción con aguja fina (PAF): para extraer una muestra del tejido y analizar si hay células anormales.
La mayoría de los bultos en el cuello no son graves, pero ignorar su evolución o automedicarse puede retrasar un diagnóstico importante. La recomendación de los especialistas es clara: consultar a un médico si el bulto no desaparece, crece, o aparece acompañado de otros síntomas.