Cuando tu voz ya no suena como tú: el extraño síndrome del acento extranjero
- Redacción Qhali
- 18 jun
- 2 Min. de lectura
Este trastorno poco común puede cambiar radicalmente la forma en que una persona habla, llevándola a sonar como si tuviera un acento extranjero. Más allá de lo curioso, el síndrome plantea desafíos emocionales, sociales y médicos para quienes lo padecen.

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Imagina despertar un día y darte cuenta que tu forma de hablar suena distinta. Ahora tu voz posee un acento que nunca has tenido. Esta es la realidad de quienes viven con el síndrome del acento extranjero, también conocido como FAS, por sus siglas en inglés. Un trastorno tan inusual que tan solo 100 casos se han documentado desde el primero, en 1907.
El FAS puede generar un profundo impacto emocional y social en quienes lo padecen. Aunque lo parezca, no se trata de una imitación consciente ni de una transformación completa del idioma. Es una alteración involuntaria en los patrones de habla que hace que suenen como si tuvieran un acento extranjero.
Cuando el cerebro reconfigura la voz
El FAS puede surgir por diferentes causas. Algunas personas lo pueden desarrollar tras sufrir accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneales, esclerosis múltiple o convulsiones. También existen casos donde no hay daño cerebral evidente, pero sí se detecta un desajuste en la actividad cerebral asociado a condiciones psicológicas. La raíz del problema suele encontrarse en las áreas del cerebro vinculadas al lenguaje, como el área de Broca.
Los cambios suelen ser parciales, como una pronunciación distinta, entonaciones inesperadas o ritmos poco habituales al hablar. Para los expertos, esto se debe a alteraciones en la articulación. Además, suelen identificar el trastorno por medio de cambios en la velocidad del habla, así como pausas inesperadas.
Más allá del habla: el impacto emocional de este síndrome
Perder el acento propio no solo desconcierta; puede afectar la identidad. El acento suele ser un rasgo que nos conecta con nuestro origen, familia o círculo social. Entonces, cuando este cambia sin razón aparente, es común que nazcan sentimientos de extrañeza, aislamiento o incluso vergüenza.
Existen casos como el que reporta la BBC, donde una mujer británica comenzó a hablar con acentos que podían ir desde el francés hasta el chino, a pesar de vivir toda su vida en Reino Unido. Esto ocurrió tras un accidente automovilístico y episodios de migrañas severas. En otro caso, una mujer noruega fue marginada por su propia comunidad al adquirir un acento alemán durante la Segunda Guerra Mundial, tras una lesión cerebral.
¿Se puede tratar?
Diagnosticar el FAS no es sencillo, y requiere pruebas de imagen cerebral, evaluaciones del habla y revisión del historial médico. El tratamiento depende de la causa, si existe una lesión cerebral previa, se aborda primero aquella condición. La terapia del habla y el acompañamiento psicológico pueden ser útiles para afrontar las repercusiones emocionales.
El síndrome del acento extranjero nos recuerda cuán profundamente entrelazados están el lenguaje, el cerebro y la identidad. Aunque es poco frecuente, tiene la capacidad de exponer la fragilidad de una capacidad que damos por sentada, nuestra manera de hablar.
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