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Descubren un nuevo color que el ojo humano nunca había visto

  • Un equipo de científicos rompe los límites de la visión humana y permite experimentar un color nunca antes percibido.


Descubrimiento de un nuevo color
Foto: Freepik
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¿Pensabas que ya habíamos visto todos los colores posibles? Pues un grupo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley acaba de demostrar lo contrario. Con ayuda de una tecnología revolucionaria, lograron que un puñado de personas observara un color completamente nuevo, al que llamaron "olo". No es un truco ni una ilusión: es un azul verdoso hipersaturado que simplemente no existe en la naturaleza ni puede reproducirse en pantallas o pigmentos.


Este sorprendente logro fue posible gracias a un sistema óptico bautizado como Oz, capaz de estimular la retina humana de forma ultra precisa. ¿El resultado? Una experiencia visual sin precedentes que está desafiando lo que creíamos saber sobre cómo vemos el mundo.


¿Cómo es posible ver un color nuevo?

Para entender el hallazgo, primero hay que mirar dentro de nuestros ojos. La visión del color se basa en tres tipos de células fotorreceptoras llamadas conos, que detectan diferentes longitudes de onda: unas para el azul (S), otras para el verde (M) y otras para el rojo (L). La mezcla de señales de estos tres tipos permite al cerebro interpretar los millones de colores que percibimos.


Pero este sistema tiene limitaciones. En la naturaleza, las longitudes de onda que activan los conos M (verdes) también estimulan en gran parte los conos L (rojos). Por eso, hasta ahora, jamás habíamos logrado activar solo los conos M hasta que llegó Oz.


El sistema que permitió ver un nuevo color

El dispositivo Oz es un prodigio de la ingeniería. Diseñado por expertos en Berkeley y la Universidad de Washington, combina software de precisión, láseres y seguimiento ocular en tiempo real. Antes de usarlo, los investigadores mapearon con precisión la ubicación de cada cono en la retina de los voluntarios.


Luego, mediante un láser ultradelicado similar al de un puntero verde, estimularon únicamente los conos M, evitando los otros. Esta estimulación precisa, realizada con microdosis de luz a velocidades impresionantes, logró lo impensable: que el cerebro perciba un nuevo color, distinto a cualquier otro conocido.


Así se descubrió "olo"

Al ver el estímulo generado por Oz, los participantes no podían describir lo que estaban viendo. "Es como intentar explicar un color a alguien que nunca ha visto", dijo uno de ellos. "Olo" fue el nombre elegido para esta nueva sensación visual: un tono azul verdoso, intensamente brillante, sin rastros de rojo ni amarillo.


Para comprobar que no se trataba de una ilusión pasajera, los investigadores aplicaron técnicas de validación, como movimientos sutiles del láser y comparaciones con colores reales. Todos coincidieron: "olo" no tiene equivalente. No se puede pintar, imprimir ni proyectar.


Para qué sirve este descubrimiento

Ver un nuevo color ya suena revolucionario, pero las implicancias de Oz van mucho más lejos. La posibilidad de estimular conos específicos abre puertas a nuevas estrategias médicas, como el estudio de enfermedades degenerativas de la vista. También podría ayudar a personas con daltonismo, e incluso simular experiencias de visión "mejorada", como la tetracromía (tener cuatro tipos de conos en lugar de tres).


Eso sí, por ahora Oz solo puede trabajar en áreas muy pequeñas de la retina y requiere equipos sofisticados. Pero el camino está abierto, y su potencial es enorme.


Un hallazgo que desafía lo conocido

"Olo" no es solo un color; es una prueba viviente de que la percepción humana aún tiene fronteras por explorar. Si nuestra biología nos limita, la tecnología nos puede llevar más allá. Este hallazgo cuestiona nuestra idea de realidad: ¿cuántas otras sensaciones nos estamos perdiendo solo porque nuestros sentidos no pueden captarlas?


Ver "olo" es, en palabras de los investigadores, como abrir una ventana a una dimensión sensorial desconocida. Solo cinco personas lo han experimentado hasta ahora, pero el descubrimiento nos invita a imaginar un futuro donde la vista humana no se conforme con los colores del arcoíris, sino que los trascienda.

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