¿Es posible que tu cuerpo rechace el frío? Intolerancia al clima extremo
- Redacción Qhali
- 9 jul
- 3 Min. de lectura
Si bien la mayoría de las personas se adapta con relativa facilidad a los cambios de temperatura, algunas desarrollan una respuesta física exagerada ante el frío o el calor.
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Sentir frío cuando baja la temperatura es una respuesta normal. Sin embargo, algunas personas experimentan una sensibilidad extrema e incapacitante ante el frío, al punto de presentar dolor corporal, rigidez muscular, fatiga o incluso síntomas de ansiedad cuando el clima cambia drásticamente. Esta condición es conocida como intolerancia al frío, y tiene bases fisiológicas.
Lo mismo ocurre en el extremo opuesto, con quienes no soportan el calor y presentan mareos, taquicardia, debilidad o sudoración excesiva. Ambas respuestas pueden estar asociadas a trastornos del sistema nervioso autónomo, alteraciones hormonales, enfermedades autoinmunes como el hipotiroidismo o incluso a la disautonomía.
“La intolerancia al frío no es una exageración. Es una manifestación real que puede tener múltiples causas médicas. Muchas veces está relacionada con desequilibrios hormonales, especialmente tiroideos, o con condiciones del sistema nervioso que alteran la regulación térmica”, explica el endocrinólogo peruano Dr. Rodrigo Vidal, del Hospital Nacional Arzobispo Loayza.
¿Por qué algunas personas sienten más frío que otras?
La regulación de la temperatura corporal está a cargo del hipotálamo, una región del cerebro que actúa como termostato. Cuando este sistema falla —por causas hormonales, inmunológicas o neurológicas— el cuerpo puede reaccionar de forma exagerada ante estímulos térmicos normales.
Según un artículo de Cleveland Clinic, la intolerancia al frío es común en personas con hipotiroidismo, ya que la hormona tiroidea regula el metabolismo y, por ende, la producción de calor corporal. En otras condiciones, como la anemia o el síndrome de fatiga crónica, también se observa esta hipersensibilidad.
Un estudio publicado en Autonomic Neuroscience (2022) señala que la disautonomía, una disfunción del sistema nervioso autónomo, puede dificultar la adaptación al clima y causar reacciones desproporcionadas ante temperaturas moderadas, tanto frías como cálidas.
El caso peruano: clima variable y diagnósticos poco frecuentes
En países con climas templados o con estaciones marcadas, como ocurre en varias regiones del Perú, los cambios bruscos de temperatura pueden agravar estos síntomas en personas vulnerables. Sin embargo, el conocimiento sobre intolerancia térmica sigue siendo limitado en la práctica clínica nacional.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud (MINSA), menos del 10% de los pacientes que presentan síntomas compatibles con disautonomía o hipotiroidismo reciben un diagnóstico oportuno. Esto provoca que muchas personas atribuyan su malestar al estrés o a una supuesta “baja tolerancia”, sin acceder a una evaluación médica adecuada.
“La mayoría de pacientes que veo con intolerancia al frío vienen después de años de síntomas sin explicación. Es clave entender que este malestar puede ser señal de algo más profundo”, señala el Dr. Vidal.
¿Cómo reconocer si tienes intolerancia al frío?
No se trata solo de sentir incomodidad. La intolerancia al frío suele acompañarse de los siguientes síntomas:
Frío extremo en manos, pies o nariz incluso en temperaturas moderadas.
Temblor, rigidez o dolor muscular al exponerse al clima frío.
Fatiga, somnolencia o dificultad para concentrarse.
Piel pálida o cianótica (con tonalidad azulada).
Intolerancia persistente incluso con buena alimentación o abrigo adecuado.
En casos de intolerancia al calor, los síntomas más frecuentes incluyen mareo, sudoración profusa, sensación de desmayo y taquicardia.
¿Tiene tratamiento?
El tratamiento depende de la causa. Por eso, es fundamental acudir a un médico endocrinólogo, internista o neurólogo para descartar trastornos hormonales, autoinmunes o neurológicos. Algunas recomendaciones generales incluyen:
Controlar los niveles hormonales (tiroides, cortisol, etc.)
Evaluar niveles de hierro y vitamina B12.
Seguir una dieta rica en nutrientes que favorezca la termorregulación.
Evitar cambios bruscos de temperatura.
Usar ropa térmica y técnicas de respiración para estabilizar el sistema nervioso.
En casos más complejos, seguimiento especializado en clínicas del dolor o medicina integrativa.
“No se trata solo de abrigarse más. Cuando el cuerpo reacciona de forma intensa al frío o al calor, hay que buscar la causa subyacente. Tratar el síntoma sin mirar el origen puede invisibilizar condiciones tratables”, afirma el especialista.
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