¿El Perú consume agua con bacterias fecales? Esto revelan los estudios ignorados durante años
- Redacción Qhali
- 8 may
- 3 Min. de lectura
Informe oficial revela fallas en la calidad del agua potable en Lima y regiones.


Recientemente, el semanario Hildebrandt en sus trece encendió las alarmas al difundir resultados de estudios bacteriológicos realizados por la Dirección General de Salud Ambiental e Inocuidad Alimentaria (Digesa) entre 2021 y 2022. Aunque los análisis fueron realizados hace tres años, su contenido recién ha empezado a circular con fuerza. El informe detalla que en diversos distritos de Lima y regiones del país, el agua potable presentaba niveles preocupantes de coliformes fecales, metales pesados, huevos de parásitos y bajos niveles de cloro.
Ante esta problemática, Sedapal respondió mostrando cómo certifica la calidad del agua. Según declaraciones brindadas por el vocero de la entidad, Juan Moreno, a ATV Noticias, para garantizar el agua segura se deben cumplir numerosos parámetros de control exigidos por ley.
Estos se verifican todos los días en las plantas, comenzando con el análisis de laboratorio de las muestras que llegan de todos los procesos. Esto ha planteado una serie de interrogantes: ¿La calidad del agua ha mejorado desde entonces? ¿Fueron confiables los análisis? ¿Se aplicaron correctamente los procedimientos técnicos establecidos por la ingeniería sanitaria? Y sobre todo: ¿deberíamos estar preocupados?
¿Qué encontraron los estudios de Digesa?
Según la investigación publicada por Hildebrandt en sus trece, el estudio fue uno de los más amplios realizados hasta la fecha, con muestras recogidas en más de 17 mil centros poblados y 5 mil establecimientos de salud a nivel nacional.
En Lima, el análisis reveló que en 16 distritos como La Victoria, Comas, San Martín de Porres, Puente Piedra, Los Olivos e Independencia el agua no cumplía con los niveles mínimos de cloro exigidos por el reglamento del Ministerio de Salud: 0.5 miligramos por litro. Este parámetro es esencial para garantizar la eliminación de bacterias patógenas.
En Lurín y Pachacámac, además del cloro insuficiente, se detectaron coliformes fecales, exceso de sodio y organismos de vida libre. Los coliformes fecales son bacterias provenientes del intestino de animales y humanos, e indican una posible contaminación con heces. Uno de los principales representantes de este grupo es la Escherichia coli, bacteria capaz de provocar enfermedades intestinales graves como hepatitis A o fiebre tifoidea.
También se hallaron huevos y larvas de helmintos, gusanos parásitos, cuyo consumo a través del agua puede afectar especialmente a niños, personas inmunodeprimidas o adultos mayores. En regiones como Cusco, Cajamarca, Ayacucho y Loreto también se encontraron estos parásitos.
¿Qué hay de los metales pesados?
En regiones como Apurímac, Huancavelica, Puno, Madre de Dios y Tacna se detectaron elementos como arsénico, mercurio, aluminio, plomo y níquel. Sin embargo, los niveles encontrados se mantenían por debajo de los límites máximos permisibles establecidos por el reglamento nacional.
Por tanto, no representarían un riesgo directo para la salud humana. Cabe señalar que hervir el agua no elimina metales pesados; para ello se requiere un tratamiento avanzado como la ósmosis inversa, que solo es recomendable si los valores superan los límites permitidos.
¿Por qué el agua potable contiene bacterias y parásitos?
Según la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass), la presencia de contaminantes biológicos puede deberse a un mal mantenimiento de reservorios, deficiencias en el tratamiento del agua o fallas en las redes de distribución.
Sunass emitió un comunicado para asegurar que la empresa Sedapal monitorea constantemente los niveles de cloro y que estos se mantienen por encima del mínimo requerido. Sin embargo, la data difundida en el informe pone en duda si estas acciones han sido sostenidas o suficientes.
¿Hay motivo de alarma?
Hasta la fecha no se ha reportado públicamente una ola de enfermedades atribuibles al consumo de agua potable en mal estado, lo que podría indicar que las irregularidades detectadas no fueron masivas o se corrigieron a tiempo. Pero la ausencia de una crisis visible no significa que el problema no exista o no deba ser atendido. Como ciudadanos, merecemos acceso a información clara y actualizada sobre la calidad del agua que consumimos.
La publicación de estos estudios, aunque tardía, abre una oportunidad para reflexionar sobre las políticas públicas de saneamiento, la transparencia de las autoridades y el rol de los medios de comunicación al reportar este tipo de hallazgos. La salud pública no puede estar supeditada al olvido burocrático o a la falta de difusión.
Comentarios