¿Puede la comida “proinflamatoria” estar saboteando tu energía?
- Redacción Qhali
- 4 jun
- 2 Min. de lectura
Aunque no siempre se nota de inmediato, lo que comemos puede influir directamente en nuestros niveles de energía diaria.

Una dieta proinflamatoria es aquella que incluye alimentos que estimulan procesos inflamatorios crónicos en el cuerpo, como azúcares refinados, harinas blancas, ultraprocesados, frituras, grasas trans y carnes rojas en exceso.
El problema no es una respuesta inflamatoria ocasional, sino su persistencia, que puede alterar el equilibrio del sistema inmunológico y provocar fatiga, problemas digestivos o incluso alteraciones del estado de ánimo.
Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, “la inflamación crónica de bajo grado causada por la alimentación está asociada con enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, depresión y fatiga persistente.”
¿Por qué te quitan energía?
La inflamación genera un estrés interno que consume recursos del cuerpo. En lugar de usar la energía para tus actividades diarias, el organismo la emplea en tratar de equilibrar procesos que deberían estar inactivos. Esto puede manifestarse como agotamiento físico o mental, incluso tras dormir bien.
Una investigación publicada en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism en 2022 demostró que las personas que consumen más alimentos proinflamatorios reportan niveles significativamente más bajos de energía diaria y mayor dificultad para concentrarse.
En Perú: un patrón alimenticio que necesita atención
En el contexto local, el alto consumo de bebidas azucaradas, snacks industrializados y comidas rápidas está generando preocupación entre los profesionales de la salud. Según el Instituto Nacional de Salud (INS), “más del 50% de la población adulta en Perú consume alimentos ultraprocesados de manera frecuente, lo cual incrementa el riesgo de inflamación sistémica y enfermedades metabólicas”.
La nutricionista clínica peruana Natalia Alfageme advierte que “muchos pacientes consultan por cansancio sin causa aparente, y cuando revisamos su alimentación, encontramos un exceso de productos inflamatorios que alteran sus niveles de glucosa y energía.”
¿Cómo saber si tu dieta te está afectando?
Algunas señales que podrían indicar que tu alimentación está generando inflamación crónica:
Cansancio constante, incluso después de descansar.
Dificultad para concentrarte o “niebla mental”.
Dolores articulares o musculares frecuentes sin causa física clara.
Cambios de humor o irritabilidad.
Problemas digestivos como hinchazón o estreñimiento.
¿Qué deberías incorporar para sentirte mejor?
Los expertos coinciden en que una alimentación antiinflamatoria puede revertir muchos de estos síntomas. Esto implica priorizar:
Frutas y verduras frescas (especialmente aquellas ricas en antioxidantes como arándanos, palta o cúrcuma).
Grasas saludables (como el aceite de oliva virgen extra o los omega-3 presentes en pescados como el jurel y la anchoveta).
Granos enteros (como quinua, kiwicha y avena integral).
Legumbres, frutos secos y alimentos fermentados como el yogur natural o el chucrut.
“El cuerpo puede empezar a responder positivamente en cuestión de días al reducir los alimentos proinflamatorios y aumentar los antioxidantes naturales”, explica el doctor español Álvaro Campillo, experto en microbiota y nutrición funcional.
Aunque solemos relacionar la fatiga con el estrés o el mal descanso, la alimentación es un pilar olvidado en la ecuación de la vitalidad diaria. Si los niveles de energía no mejoran con descanso o cambios en la rutina, tal vez sea momento de mirar lo que hay en tu plato.
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