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Alcohol y adolescencia: por qué la prevención empieza en la escuela

  • Docentes de la región, por su cercanía con los estudiantes, se han convertido en actores clave para detectar estas señales y promover estrategias preventivas desde las aulas, junto con la familia y la comunidad.


Alcohol y adolescencia: por qué la prevención empieza en la escuela

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El consumo temprano de alcohol sigue siendo una de las principales amenazas para el desarrollo integral de los adolescentes en América Latina. En el contexto latinoamericano, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que el consumo de alcohol en la región es aproximadamente un 40 % mayor que el promedio mundial, constituyendo un riesgo significativo para la salud pública. Países como Chile, Argentina, Venezuela, y Perú están entre los que presentan los niveles más elevados de alcohol per cápita en Iberoamérica.


Raúl Márquez, Coordinador Regional LAC de Prevención de la Red Regional de Acción Preventiva para la Adolescencia y la Juventud, advierte que durante una reciente charla en la que destacó el rol fundamental de los docentes como agentes preventivos.


“Ser padre, ser madre, ser curador o ser docente demanda capacidades. En la medida en que los profesores cuenten con habilidades para acompañar el desarrollo de los estudiantes, podremos generar procesos de mejora y de prevención más integrales”, señaló Márquez.

Impactos visibles en las aulas


El especialista explicó que los maestros, por su cercanía con los estudiantes, suelen identificar las primeras señales de afectación vinculadas al consumo de alcohol: disminución del rendimiento académico, ausentismo, conductas agresivas, aislamiento social y problemas emocionales como ansiedad o depresión.


“Un número importante de docentes reconoce y visibiliza esta problemática. Incluso, muchos estudiantes han confiado directamente a sus profesores que el alcohol les genera situaciones difíciles que requieren apoyo y orientación”, comentó.

Prevención más allá del aula


Márquez recalcó que la prevención no debe limitarse a mensajes prohibitivos, sino a brindar información real y desarrollar habilidades en los adolescentes, como la asertividad para manejar la presión de grupo. “El docente entrenado y con herramientas innovadoras puede convertirse en un actor fuerte de la prevención”, afirmó.


Asimismo, insistió en que la respuesta debe ser intersectorial: familia, comunidad, profesionales de la salud, instituciones educativas y organizaciones sociales deben trabajar de manera articulada. “La escuela es un espacio privilegiado para la prevención, pero no puede actuar sola”, agregó.


Entre las estrategias más efectivas mencionadas destacan, las actividades extracurriculares y expresiones artísticas, que han demostrado generar cambios positivos en la conducta de los adolescentes. Experiencias en distintos países de la región revelan mejoras significativas en la motivación, la convivencia y la participación estudiantil cuando se incorporan herramientas de arte y cultura en los programas preventivos.


El gran reto: institucionalizar la prevención del alcohol


Finalmente, Márquez subrayó la necesidad de incluir la prevención en los planes de estudio y dotar a los docentes de materiales pedagógicos adaptados culturalmente. “No se trata de intervenciones aisladas, sino de procesos de larga data que acompañen a los adolescentes desde la educación inicial hasta la secundaria. Solo así podremos reducir los riesgos del consumo temprano de alcohol y otros problemas asociados”, concluyó.



 
 
 

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