Cuando el alcohol es anestesia del dolor
- Redacción Qhali

- 11 ago
- 3 Min. de lectura
El alcohol es la droga más consumida del mundo, la usamos para celebrar, para olvidar, para relajarnos, pero detrás de su aparente normalidad, puede esconder una relación peligrosa con nuestros traumas más profundos.

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Aunque el consumo de alcohol suele estar asociado a la celebración, la socialización o el “relajarse después de un día largo”, la ciencia ha demostrado que muchas personas lo utilizan como una vía de escape emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 280 millones de personas en el mundo padecen un trastorno por consumo de alcohol, una cifra que revela que su uso va mucho más allá del simple disfrute.
Estudios de la Universidad de Harvard y del Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA) señalan que el alcohol activa de forma inmediata el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina, la hormona del placer. Esta descarga genera una sensación de satisfacción momentánea que, en personas con heridas emocionales no resueltas, puede convertirse en un recurso repetitivo y adictivo para lidiar con el dolor, la ansiedad o el vacío.
Este patrón de consumo —aparentemente inofensivo al inicio— puede escalar rápidamente a una dependencia, especialmente cuando hay traumas de fondo. La psicología clínica advierte que el verdadero tratamiento del alcoholismo debe ir más allá de la abstinencia: debe explorar qué emociones se intentan anestesiar con cada trago.
¿Qué relación hay entre el alcohol y las heridas emocionales?
Según la OMS, muchas personas utilizan el alcohol como una estrategia de afrontamiento emocional. Esto ocurre especialmente cuando han vivido experiencias traumáticas, como abuso, negligencia, violencia familiar o pérdidas importantes. El alcohol puede proporcionar un alivio temporal del malestar emocional, pero no resuelve el origen del dolor y puede llevar a una dependencia.
El NIAAA (National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism) destaca que las personas con traumas no resueltos, especialmente en la infancia, tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar trastornos por consumo de alcohol. Las emociones como la vergüenza, la culpa o la tristeza intensa se intentan suprimir mediante el consumo repetido.
Por otro lado, La OPS informa que el alcoholismo está frecuentemente asociado con trastornos mentales como ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático (TEPT). En muchos casos, las personas no tienen acceso a servicios de salud mental adecuados, por lo que recurren al alcohol como “medicación emocional”.
El alivio que produce el alcohol es real, pero superficial y temporal, la ansiedad baja, el dolor se adormece, la mente se siente más "liviana", pero cuando el efecto desaparece, las emociones regresan con más fuerza. Es ahí donde comienza el ciclo.
¿Cómo se puede moderar el consumo de alcohol de forma saludable?
Moderar el consumo de alcohol de forma saludable implica establecer límites claros, mantener conciencia sobre sus efectos y desarrollar hábitos que prioricen el bienestar físico y emocional. A continuación, te explico cómo hacerlo según recomendaciones de expertos y entidades internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA):
1. Conocer los límites recomendados:
Según la OMS y el NIAAA, un consumo moderado equivale a:
Hasta 1 bebida estándar al día para mujeres
Hasta 2 bebidas estándar al día para hombres
Una bebida estándar equivale a:
355 ml de cerveza (5% de alcohol)
150 ml de vino (12%)
45 ml de licor fuerte (40%)
2. Establecer días sin alcohol: Planifica días de la semana sin consumo. Esto reduce la tolerancia, previene el hábito y te permite evaluar tu relación con el alcohol.
3. Beber despacio y con comida: Tomar tragos lentamente y acompañarlos con alimentos disminuye la velocidad de absorción del alcohol, reduce sus efectos y el riesgo de intoxicación.
4. Evitar el consumo emocional: Si estás estresado, triste o ansioso, busca alternativas más saludables para regular esas emociones, como hacer ejercicio, hablar con alguien o practicar respiración consciente. Beber para "olvidar" o calmarse puede ser un signo de consumo problemático.
5. Observar el contexto: Evita situaciones donde sientas presión social para beber. Aprender a decir "no, gracias" sin culpa es clave para ejercer autonomía sobre tus decisiones.
6. Mantén un registro: Anotar cuántas bebidas tomas por semana puede ayudarte a mantener el control y detectar patrones problemáticos.
7. Consulta con un profesional si tienes dudas: Si sientes que no puedes dejar de beber o que el alcohol está afectando tu vida personal, emocional o laboral, busca ayuda psicológica o médica. El tratamiento temprano es clave.
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