Cuando el futuro da miedo: Ansiedad, presión y la esperanza que cuesta sostener
- Lorena Said

- 2 jul
- 2 Min. de lectura
Una reflexión acerca del futuro y la ansiedad que trae consigo.

Hay días en los que simplemente respirar cuesta. No porque falte oxígeno, sino porque sobra miedo. Miedo al futuro, a lo que viene, a lo que no llega. Miedo a no lograrlo. A que todo dependa de una cosa —una respuesta, una persona, un resultado— y si eso falla, sientes que todo se desmorona.
La ansiedad no siempre grita. A veces susurra, otras veces aprieta el pecho como una mano invisible que no suelta. Aparece en forma de náuseas, de insomnio, de llanto sin motivo aparente. Te llena de preguntas que no tienen respuesta: ¿Y si no puedo? ¿Y si no sale? ¿Y si fracaso? ¿Y si esto nunca mejora?
La trampa de la dependencia
Uno de los dolores más profundos es la sensación de depender de algo o alguien para que la vida funcione. Esa beca. Ese trabajo. Esa relación. Ese sí. Ese cambio. Cuando sientes que todo gira en torno a un solo eje, el más mínimo movimiento te hace tambalear. Y entonces el miedo se transforma en desesperación.
Depender es humano, pero también duele. Porque en el fondo sabemos que no controlamos nada completamente. Y sin control, parece que no hay seguridad.
A veces, lo único que te mantiene de pie es una esperanza frágil, una fe que no entiendes. Sigues porque “algo tiene que cambiar”, aunque no sepas cuándo ni cómo. Esa fe puede sentirse absurda, incluso ridícula… pero está ahí. Es lo que queda cuando ya no quedan fuerzas.
Y sin embargo, es real. Porque si sigues aquí, es porque algo dentro de ti todavía no se rinde del todo.
¿Pasará? ¿Y mientras tanto qué?
Sí, pasará. Pero no porque mágicamente todo se arregle. Pasará porque poco a poco, sin darte cuenta, aprenderás a vivir con menos peso. A respirar más profundo. A dejar de exigirte tanto. A soltar lo que no puedes controlar.
Pasará porque el cuerpo y el alma encuentran formas de sanar, aunque no sea inmediato. Pasará porque pedir ayuda no es debilidad, es el inicio de la reconstrucción. Pasará porque no todo está perdido, aunque parezca.
Si estás sintiendo la trampa del futuro ahora mismo…
No estás loco. No estás solo. No estás exagerando. Hay personas como tú sintiendo lo mismo, incluso si no lo dicen. Y sí, puedes salir de ahí. Con tiempo, con compañía, con palabras. Con lágrimas también. Pero se puede.
Está bien tener miedo. Está bien no poder más hoy. Solo no te calles. No te encierres en ese dolor. La ansiedad es tramposa: te hace pensar que eres el único que no puede con esto. Y no es verdad.
Habla. Escribe. Grita si hace falta. Pero no te aísles. Porque hay ayuda. Y hay salida.
Si hoy te duele el alma, si te tiembla el cuerpo, si tu mente no para, si no puedes dejar de llorar: aguanta un poco más. Respira lento. Cierra los ojos. No tienes que resolverlo todo hoy.
Estás sintiendo mucho, sí, pero eso no significa que estés perdido. Eso significa que estás vivo. Y mientras estés vivo, aún hay tiempo para encontrar algo que te devuelva la paz. Aunque sea poquito. Aunque sea por momentos.
Aquí sigues. Y eso ya es suficiente por hoy.
%20-%20Editado.png)



Comentarios