Cuando el silencio pesa más: cómo afecta el suicidio a las personas mayores
- Josué David Chávez Rodríguez
- 1 oct
- 3 Min. de lectura
En la vejez, el suicidio suele quedar fuera de la conversación social. Sin embargo, la soledad, las pérdidas y las enfermedades crónicas hacen que el riesgo sea mayor y requiera una atención especial.

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En el mundo, el suicidio se ha convertido en una de las principales causas de muerte prevenible, y los adultos mayores figuran entre la población más vulnerable. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año más de 700 mil personas fallecen por suicidio, y una proporción significativa corresponde a adultos mayores. Ante este panorama, especialistas en salud mental insisten en la necesidad de reforzar la prevención, el acompañamiento emocional y las redes de apoyo comunitario para proteger la vida y el bienestar de quienes envejecen.
Factores que aumentan el riesgo
Para abordar este delicado tema, dialogamos con Karina Hilario, psicóloga clínica, quien remarca que la depresión es uno de los factores de mayor riesgo, aunque no el único.
“Uno de los factores de riesgo es mayormente la depresión. Aunque otros factores de riesgo que se establecen son: el no sentirse comprendido por otras personas, no recibir el apoyo emocional necesario o especializado para llevar este tipo de casos. Incluso los medios de información o las redes sociales son factores de riesgo porque difunden ciertos temas poco informativos”, explica Hilario a Qhali.
En las personas mayores, estas condiciones suelen combinarse con el duelo por la pérdida de la pareja o amigos, enfermedades crónicas y limitaciones funcionales. La falta de comprensión y de apoyo especializado convierte la tristeza en un riesgo de mayor gravedad.
Según la plataforma médica acreditada SOM Salud Mental 360, el 32% de las muertes por suicidio corresponden a mayores de 65 años y los intentos en esta edad suelen tener similitudes clínicas con los de personas que fallecen por suicidio consumado.
Señales que familiares y cuidadores deberían observar
La especialista detalla alertas que no deben subestimarse:
Abandono de actividades habituales.
Aislamiento.
Cambios marcados de humor.
Comentarios —a veces en tono de broma— sobre morir.
“Muy aparte de notarla decaída, la persona deja de hacer actividades que normalmente suele hacer en su vida diaria, se aísla, participa poco en actividades. Incluso, puede decir entre bromas ‘me voy a morir’”, advierte Hilario.
En el caso de los adultos mayores, familiares y cuidadores deben estar especialmente atentos, ya que estas señales suelen confundirse con un “carácter difícil” propio de la edad o con síntomas de enfermedades físicas, lo que retrasa la intervención.
Además, la ingesta ‘accidental’ de medicamentos, las notas de despedida, cambios recientes en seguros o testamento y la entrega de objetos personales importantes son señales más específicas en adultos mayores, informa SOM Salud Mental 360.

Suicidio en personas mayores: romper el silencio
Un gran obstáculo es el miedo a hablar del suicidio en personas mayores. Muchos creen que tocar el tema puede incitar la conducta, pero Hilario aclara que es todo lo contrario.
“Pensamos mucho o tenemos esa creencia de que, si tocas el tema, va a hacer que la persona realmente lo haga, y es todo lo contrario. Si tocas el tema muy directamente con la persona que está pensando en acabar con su vida, puede ayudarle a poder entender y procesar lo que está sintiendo”, sostiene la psicóloga.
En los mayores, conversar abiertamente cobra aún más relevancia, pues la sensación de inutilidad o carga familiar se intensifica cuando no se les permite expresar su dolor. Para SOM Salud Mental 360, es recomendable trabajar en la autoconfianza, autocontrol, capacidad de adaptación, saber pedir ayuda en momentos adversos, y capacidad para expresar sentimientos desagradables.
Mensaje de esperanza
El Día de la Prevención del Suicidio es un recordatorio anual: escuchar sin prejuicios, reconocer señales y facilitar acceso a apoyo especializado son acciones prioritarias, especialmente para quienes envejecen en soledad. Hablar es, muchas veces, la primera intervención.
“Cada proceso es diferente y cada dolor que se experimenta es difícil de transitar. Hacen lo mejor que pueden con lo que han aprendido en la vida, y eso está bien”, concluye Hilario.
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