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El perdón en la familia: una decisión difícil pero liberadora

  • Explorando lo que hay detrás del conflicto y del perdón en los problemas familiares.

El perdón en la familia: una decisión difícil pero liberadora

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Perdonar a un familiar no siempre es fácil. A diferencia de otras relaciones, los lazos familiares son duraderos y complejos: no podemos simplemente alejarnos y seguir adelante. Tal como explica Bety Coppola Zamarripa, psicóloga especializada en Psicología Clínica, “el perdón familiar no siempre implica reconciliación, sino un acto de liberación personal que ayuda a sanar internamente”.


Los conflictos familiares pueden nacer de grandes traiciones o acumularse en pequeños malentendidos mal gestionados. En cualquier caso, si no se resuelven, el dolor se convierte en rencor. Según Coppola Zamarripa, “el resentimiento no solo duele por lo ocurrido, sino también por lo que nos contamos a nosotros mismos: que no fuimos valorados, respetados o escuchados”.


Este tipo de dolor se intensifica cuando no recibimos una disculpa o cuando el otro minimiza lo ocurrido. “Cuando alguien cercano nos hiere, la herida es mucho más profunda. No basta con el tiempo para curarla si no hay validación emocional”, señala la psicóloga.


El perdón no es olvido ni reconciliación forzada


Perdonar no es hacer como si nada hubiera pasado. Para Coppola Zamarripa, “perdonar tampoco es justificar el daño ni volver a confiar automáticamente. Es una elección para no seguir cargando con una emoción que nos daña”.


Muchos creen que perdonar es rendirse, pero la especialista aclara que en realidad es un acto de poder personal: “se trata de dejar de darle espacio al dolor del pasado en nuestro presente”.


¿Por qué nos cuesta tanto perdonar en familia?


Algunas razones comunes son:

  • El vínculo emocional profundo: Nos duele más porque viene de alguien que debía cuidarnos.

  • Falta de reconocimiento del daño: A veces no hay disculpas, o se minimiza lo ocurrido, lo que intensifica el malestar.

  • Miedo a volver a ser heridos: Perdonar puede sentirse como quitarse una armadura emocional.

  • Creencias erróneas: Muchas personas piensan que perdonar es rendirse o admitir que el otro tenía razón.

  • Deseo de justicia: Esperamos que el otro "pague" por lo que hizo, aunque eso rara vez sucede.

  • Apego a nuestra narrativa: Mantener el papel de víctima puede convertirse en parte de nuestra identidad.


¿Cuándo es momento de soltar?


No existe un momento perfecto, pero sí señales internas: si cada vez que recuerdas el conflicto te invade el cansancio o el enojo, si esperas una disculpa que probablemente nunca llegará o si el resentimiento ya forma parte de tu identidad, puede que sea momento de trabajar en ese proceso. Y no necesariamente implica retomar la relación. “Incluso si no hay contacto, el perdón puede vivirse como un acto íntimo, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos”, afirma Coppola Zamarripa.


Liberarse del rencor trae beneficios psicológicos y físicos. Reduce la ansiedad, mejora la claridad mental y fortalece los vínculos con personas que sí nos nutren emocionalmente. Estudios han demostrado que el resentimiento prolongado puede afectar el corazón y debilitar el sistema inmunológico.


“Perdonar no significa quedarte donde no te sientes seguro ni querido”, aclara la especialista. Es una decisión personal que puede marcar el inicio de una etapa más liviana y en paz. Y si sientes que no puedes hacerlo solo, buscar el apoyo de un profesional es un acto de valentía, no de debilida

 
 
 

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