¿Esperar a la persona amada o a un ex? Una decisión entre el corazón y la realidad
- Lorena Said
- 8 jul
- 2 Min. de lectura
Una reflexión sobre esperar a la persona amada o al ex.

Esperar a alguien que amamos, ya sea una relación que terminó o una persona que no puede estar con nosotros en este momento, es una experiencia profundamente humana. Nos aferramos a la esperanza, al recuerdo de lo vivido y a la ilusión de que las cosas puedan ser diferentes en el futuro. Pero, ¿es realmente una buena idea esperar a esa persona? ¿Volverá? ¿Cambiará la situación?
Esperar a alguien no es en sí una debilidad, sino una muestra de cuánto valoramos una conexión. Pero también es una apuesta arriesgada. Mientras esperas, la vida sigue, y existe el riesgo de quedarte estancado emocionalmente en una historia que tal vez ya terminó.
"Esperar puede convertirse en una forma de evasión emocional, donde el sujeto posterga su propia vida por una promesa no confirmada."Walter Riso, psicólogo y autor de Amar o depender.
¿Volverá? Las señales importan
Hay que ser honestos: si la otra persona no muestra señales claras de interés, de cambio o de querer volver, esperar puede convertirse en una forma de autoengaño. El amor necesita reciprocidad. Si solo tú estás poniendo la energía y el tiempo, la espera puede volverse dañina para tu bienestar.
Según el terapeuta Guy Winch (How to Fix a Broken Heart), el dolor de una ruptura puede hacer que idealicemos a la otra persona y sobreestimemos las probabilidades de que regrese.
Las personas pueden cambiar, pero no porque alguien las espera, sino porque ellas mismas deciden hacerlo. Si tu ex o la persona que amas no ha demostrado un cambio real, ya sea en sus acciones, prioridades o forma de relacionarse, confiar en un futuro diferente es construir sobre ilusiones.
"El cambio personal no ocurre por presión externa, sino por decisión interna."Harriet Lerner, psicóloga y autora de The Dance of Intimacy.
¿Qué estás sacrificando al esperar?
Esperar también es renunciar: a nuevas oportunidades, a relaciones sanas que podrían surgir, a tu propio crecimiento. Hay una gran diferencia entre tener esperanza y poner tu vida en pausa. El tiempo que pasa no vuelve, y vivirlo a medias por alguien que no está es una forma silenciosa de sufrimiento.
Estudios como el de Lewandowski et al. (2006) en Journal of Social and Clinical Psychology muestran que el bienestar tras una ruptura aumenta cuando las personas se enfocan en su desarrollo personal en lugar de en la reconciliación.
¿Cuándo sí tiene sentido esperar?
Si la separación fue por circunstancias externas (distancia, tiempo, responsabilidades) y ambos siguen en contacto, con intenciones claras de reencontrarse. Si la otra persona ha mostrado un cambio auténtico y quiere reconstruir la relación. Si la espera no te impide seguir con tu vida emocional y personalmente.
¿Y si no vuelve?
Entonces te habrás liberado. Habrá dolor, sí. Pero también claridad. Porque no hay peor encierro que una espera sin final ni respuesta. Dejar ir también es un acto de amor propio.
Amar es valiente. Esperar, también. Pero saber cuándo soltar es sabio. Si la persona que amas regresa y hay un nuevo comienzo saludable, adelante. Pero si no, que no sea tu esperanza la que te encadene a un pasado que ya no puede darte lo que mereces. Tu vida continúa, y mereces vivirla llena, no suspendida.
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