La pobreza puede acortar la vida más de 30 años, alerta la OMS
- Redacción Qhali
- 9 may
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Un informe advierte que las desigualdades sociales tienen un impacto más fuerte en la salud que los factores genéticos o sanitarios.

Vivir más años no siempre depende de cuidar la alimentación o hacer ejercicio. A veces, las condiciones sociales pesan mucho más de lo que imaginamos. En el Perú, por ejemplo, la esperanza de vida ha disminuido de 76 a 73 años entre 2019 y 2024, según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Esta reducción refleja las consecuencias de la pandemia y la desigualdad en el acceso a la salud, afectando el bienestar de millones de peruanos.
Las condiciones sociales en las que una persona nace y vive pueden ser más determinantes para su salud que la genética o incluso la calidad del sistema sanitario. Así lo revela un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que advierte que la pobreza, la falta de educación, el desempleo y la discriminación estructural están acortando la vida de millones de personas. En los casos más extremos, la brecha puede superar los 30 años de diferencia en esperanza de vida.
La pobreza por desigualdad acorta drásticamente la vida
La desigualdad en salud no solo se da entre los países ricos y los pobres. También existe dentro de las propias sociedades desarrolladas. La OMS señala que entre los países con mayor esperanza de vida, como Japón o Suiza, y los que ocupan los últimos lugares del ranking, como Chad o República Centroafricana, hay una diferencia de hasta 33 años. Incluso en Japón, uno de los países más longevos del mundo, los hombres que viven en regiones menos desarrolladas viven en promedio dos años y medio menos que quienes habitan en zonas más prósperas.
Esta misma brecha también es visible en Europa. En países como Hungría, Polonia o Eslovaquia, las personas con menor nivel educativo pueden vivir hasta 10 años menos que quienes tienen estudios superiores. Y si hablamos de etnias discriminadas, el panorama es aún más preocupante. Los inuit en Canadá viven en promedio 12,5 años menos que el resto de la población, mientras que los aborígenes en Australia presentan una brecha de 10 años. En el caso de los romaníes en Europa, la diferencia puede llegar hasta los 20 años.
La infancia es la más afectada por la desigualdad
El impacto de las condiciones sociales empieza desde el nacimiento. Según el informe, los niños nacidos en países de bajos ingresos tienen hasta 13 veces más posibilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los nacidos en países desarrollados. Para la OMS, esta situación no es inevitable ni natural, sino el resultado directo de cómo las sociedades distribuyen los recursos y las oportunidades.
"El riesgo de enfermar o morir prematuramente aumenta por las condiciones en las que las personas nacen, crecen y viven. Esto debe cambiar", afirmó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Y añadió: "La desigualdad sanitaria no es un accidente. Es una consecuencia de las decisiones sociales".
Invertir en servicios públicos puede salvar millones de vidas
Reducir esta brecha no solo es posible, sino urgente. El informe señala que invertir en servicios públicos universales como la educación, la salud, la protección social y la infraestructura básica puede tener un impacto directo en la calidad de vida y la longevidad de la población. De hecho, cerrar estas desigualdades podría evitar la muerte de hasta 1,8 millones de niños cada año.
Actualmente, más de 3.800 millones de personas en el mundo no cuentan con una protección social adecuada. Para la OMS, revertir esta situación es una responsabilidad de los gobiernos, quienes deben garantizar que la salud no dependa del lugar de nacimiento ni del nivel socioeconómico.
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