Lonchera campesina: el alimento que nutre desde la tierra y la tradición
- Redacción Qhali
- 30 jun
- 4 Min. de lectura
Nutritiva, sencilla y llena de identidad, la lonchera campesina rescata lo mejor de la tierra para alimentar cuerpo y cultura desde la infancia.

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Mientras en las ciudades las loncheras escolares se llenan de galletas, jugos azucarados y snacks procesados, en las comunidades rurales del Perú persiste una tradición silenciosa pero poderosa, la "lonchera campesina". No se trata solo de comida, es una forma de llevar al colegio un pedazo del hogar, de la tierra y del conocimiento que se cultiva en los Andes.
Alimentos como la quinua, la kiwicha, la mashua o el queso fresco forman parte de estas loncheras que no necesitan etiqueta “nutritiva” porque lo son por esencia. Y en tiempos donde la anemia y la desnutrición infantil aún golpean zonas rurales y urbanas, mirar hacia esta práctica podría ser una forma de volver a lo simple y hacerlo bien.
¿Qué es una lonchera campesina?
La lonchera campesina es mucho más que un conjunto de alimentos: Es una expresión cultural, una práctica de cuidado familiar y una herramienta de resistencia alimentaria que nace en los hogares rurales del Perú. No responde a modas nutricionales ni a etiquetas industriales; responde a la tierra, a las estaciones y al conocimiento transmitido de generación en generación.
A diferencia de las loncheras urbanas que suelen estar dominadas por productos empaquetados, jugos en caja y snacks procesados, la lonchera campesina se prepara con lo que hay en casa o en la chacra (papa sancochada, queso fresco, camote, huevo duro, quinua tostada, frutas de temporada, mates de hierbas como muña o hierba luisa). En muchos casos, los niños y niñas la llevan en servilletas de tela o tuppers reutilizados, sin una gota de envoltorio plástico. Este tipo de lonchera no solo cubre las necesidades energéticas de la infancia rural, sino que fortalece el vínculo con el entorno, promueve el consumo de alimentos nativos y refleja una forma de vida autosostenible y saludable.
El Instituto Nacional de Salud (INS, 2023) la reconoce como una práctica recomendable para todas las regiones del país, ya que combina alimentos energéticos, formadores y reguladores de forma natural, accesible y culturalmente coherente.
Además, esta práctica representa una forma silenciosa de soberanía alimentaria. Como señala la antropóloga Patricia Ames (PUCP, 2018), “la alimentación escolar rural es una extensión del conocimiento familiar y agrícola que conecta la infancia con su territorio y su cultura”.
Lo que sí lleva: Nutritivo, local y sostenible
Estas son algunas combinaciones tradicionales que se pueden encontrar en escuelas rurales del Perú:
Papa sancochada + huevo duro + mandarina
Camote cocido + queso fresco + infusión de muña
Pan integral casero + tortilla de quinua + plátano de la isla
Cañihua cocida con leche + manzana
Pan con mashua rallada + mate de hierba luisa
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2021) destaca que “los cereales andinos como la quinua, la kañiwa y la kiwicha tienen alto valor nutricional y pueden desempeñar un papel clave en la lucha contra la anemia infantil en regiones altoandinas”.
Además, usar ingredientes disponibles localmente no solo fortalece la economía familiar, sino que respeta la biodiversidad y reduce la dependencia de alimentos procesados o importados.

Lo que no lleva: Colorantes, exceso de azúcar ni envoltorios de más
En estas loncheras no hay productos empaquetados ni “refrescos” de colores artificiales. La bebida suele ser un mate tibio (como el de cebada o hierba luisa) preparado en casa. Y casi no hay residuos: los alimentos viajan en servilletas de tela o tuppers reutilizados.
El Ministerio de Salud del Perú (MINSA, 2022) advierte que “el alto consumo de productos procesados en edad escolar (galletas azucaradas, jugos artificiales y snacks salados) está asociado a un aumento en la obesidad infantil y déficit de hierro en zonas urbanas”. En contraste, la lonchera campesina enseña desde pequeña edad una relación más sana con la alimentación y con el entorno.
Consejos prácticos para armar una lonchera campesina
Para que la lonchera campesina sea realmente nutritiva y funcional, el Instituto Nacional de Salud del Perú (INS, 2023) recomienda seguir pautas simples, accesibles y culturalmente apropiadas:
Usar productos frescos y locales, preferiblemente de temporada, ya que conservan mejor sus nutrientes y son más accesibles para las familias.
Incluir alimentos energéticos, formadores y reguladores en cada lonchera: por ejemplo, papa o pan (energéticos), huevo o queso (formadores) y frutas frescas (reguladores).
Evitar jugos artificiales o bebidas azucaradas, reemplazándolos por infusiones naturales sin azúcar, como mate de muña, cebada o hierba luisa, que hidratan sin exceso calórico.
Prescindir de envoltorios plásticos innecesarios, optando por servilletas de tela, tuppers o envases reutilizables, lo que también promueve una cultura más respetuosa con el ambiente.
Involucrar a las niñas y niños en la preparación de su lonchera, ya que esto refuerza su identidad alimentaria, mejora su disposición a comer lo que llevan y fortalece los lazos familiares.
Según el INS, estas recomendaciones no solo mejoran el estado nutricional infantil, sino que también ayudan a formar hábitos saludables y sostenibles desde la infancia, especialmente en zonas rurales con acceso a productos naturales y propios de su territorio.
Más que alimento: identidad y cuidado colectivo
En muchas comunidades campesinas, compartir parte de la lonchera con los compañeros es un acto cotidiano de reciprocidad. La comida no solo nutre, también comunica valores: generosidad, memoria, identidad.
“El acto de preparar una lonchera con alimentos cultivados por la propia familia es una forma de enseñanza silenciosa”, señala Rodrigo Montoya (2018), antropólogo peruano. “La alimentación andina es conocimiento ancestral que se come, se aprende y se transmite de generación en generación” continúa el especialista.
Así, cada lonchera se convierte en un pequeño símbolo de la cultura viva y resiliente de los pueblos andinos. Es por ello que, la lonchera campesina no solo es nutritiva y económica. Es también una forma de preservar saberes, valorar lo propio y construir salud desde la comunidad. Recuperarla no es retroceder, es avanzar con raíces firmes. Porque en un país con tanta riqueza natural y cultural, la mejor lonchera… también puede ser la más nuestra.
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