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Nuevas pistas sobre el cáncer de ovario: identifican señales ocultas en trompas uterinas

  • Este hallazgo pionero podría allanar el camino hacia métodos de detección precoz y estrategias personalizadas de prevención para uno de los cánceres ginecológicos más letales y silenciosos.

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Foto: Multimedia de wix
dsf

El cáncer de ovario es una de las enfermedades más difíciles de detectar en etapas iniciales. A menudo, los síntomas aparecen cuando ya está avanzado, y en aproximadamente el 75 % de los casos, el diagnóstico ocurre en estadio 3 o 4, cuando el cáncer ya se ha diseminado a otras áreas del cuerpo.


En su esfuerzo por comprender mejor esta enfermedad, especialistas y científicos de Mayo Clinic se encontraron con un caso excepcional: una paciente de 22 años portadora de dos condiciones genéticas raras que incrementan significativamente el riesgo de desarrollar diversos tipos de cáncer a lo largo de su vida. La joven presentaba mutaciones heredadas en los genes BRCA2 —relacionado con el síndrome de cáncer de mama y ovario hereditario (CMOH)— y TP53, vinculado al síndrome de Li-Fraumeni.


En Mayo Clinic, fue diagnosticada con cáncer de mama y, durante los estudios por imágenes, se detectó un quiste en uno de sus ovarios. Aunque el quiste resultó benigno, la paciente optó por someterse a una mastectomía y a una salpingooforectomía bilateral (extirpación de ovarios y trompas uterinas), debido al riesgo genético elevado. Esta decisión médica permitió que su equipo tratante realizara un análisis exhaustivo de sus trompas uterinas, donde encontraron alteraciones celulares tempranas que podrían representar las primeras señales del desarrollo del cáncer de ovario, incluso antes de que la enfermedad se manifieste clínicamente.


El doctor Nagarajan Kannan, director del Laboratorio de Biología del Cáncer y Células Madre de Mayo Clinic, explicó que este hallazgo abre una nueva vía para detectar de forma anticipada la enfermedad. “Utilizando tecnología de célula única, pudimos observar cómo se alteraba el desarrollo de las células epiteliales, lo que podría ser clave para prevenir el cáncer de ovario letal en pacientes con alto riesgo”, afirmó.


Por su parte, la ginecóloga oncóloga Dra. Jamie Bakkum-Gamez, quien atendió a la paciente, enfatizó que aún se desconoce por qué el cáncer de ovario se origina con frecuencia en las trompas uterinas y cómo comienza su desarrollo. “Comprender este proceso es esencial para crear herramientas de detección temprana y guiar decisiones médicas como cirugías preventivas o preservación de la fertilidad”, aseguró.


Un biobanco para estudiar el origen del cáncer de ovario


A raíz de esta experiencia, ambos especialistas impulsaron la creación de un biobanco vivo de trompas uterinas en Mayo Clinic. Este recurso permite cultivar organoides —pequeñas réplicas funcionales del tejido humano— a partir de muestras donadas por pacientes con riesgo medio o alto de padecer cáncer. Estos organoides permiten analizar, célula por célula, cómo podrían iniciarse las transformaciones malignas.


En el caso de la joven paciente, el estudio celular reveló un hallazgo inusual: un predominio excesivo de células secretoras en las trompas, en contraste con la cantidad habitual de células multiciliadas, las cuales ayudan a transportar el óvulo fecundado. Además, las células secretoras mostraban signos de inflamación crónica, un proceso conocido por favorecer la aparición de tumores.

Gracias a la secuenciación de ARN de célula única, la estudiante de doctorado Megan Ritting y coautora del estudio, identificó patrones alterados en el desarrollo celular del revestimiento de las trompas, lo que podría redefinir la forma en que se entiende el inicio del cáncer de ovario.


Otro hallazgo sorprendente fue que las células de la paciente no presentaban receptores de progesterona, lo que podría indicar que, en su caso, los anticonceptivos orales —conocidos por reducir el riesgo de cáncer de ovario hasta en un 50 %— no habrían sido efectivos como método preventivo.


Hacia una prevención personalizada


“Gracias a la colaboración de pacientes dispuestos a donar sus células, estamos avanzando en la comprensión de cómo se desarrollan estos tumores y en la búsqueda de estrategias personalizadas para reducir su riesgo”, concluyó la Dra. Bakkum-Gamez.

El equipo continuará investigando a través del biobanco vivo para rastrear las primeras huellas del cáncer de ovario, con la esperanza de que estos descubrimientos conduzcan a una detección más temprana y a intervenciones preventivas más precisas para quienes heredan mutaciones genéticas de alto riesgo.

 
 
 

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