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Rupturas amorosas: la ciencia identifica las dos fases que anticipan el final

  • Lejos de ser inesperadas, muchas separaciones de pareja siguen un patrón predecible de insatisfacción progresiva, según revela una reciente investigación.

Rupturas amorosas
Foto: Freepik
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¿Te ha pasado que una relación termina y alguien dice: "todo estaba bien hasta hace poco"? Bueno, quizás no era tan cierto. Un reciente estudio internacional acaba de revelar que las rupturas no suelen ser repentinas, sino el resultado de un desgaste emocional que se va acumulando en dos etapas distintas.


Primero, un declive silencioso y progresivo. Luego, una caída abrupta. Así se da el proceso, y entenderlo puede ayudarte a detectar señales a tiempo, evitar sufrimientos innecesarios o, si ya ocurrió, entender mejor lo que pasó.


Las rupturas no son instantáneas: así empieza el desgaste

Lejos del mito de que el amor muere de golpe, la ciencia dice otra cosa. El estudio, liderado por Janina Larissa Bühler y Ulrich Orth y publicado en Social Psychological and Personality Science, analizó datos de más de 15,000 personas que atravesaron una ruptura sentimental en Alemania, Australia, Reino Unido y Países Bajos.


Los investigadores siguieron sus historias durante años y detectaron un patrón claro: la satisfacción en la relación comienza a bajar lentamente, a veces sin que nadie lo note. Luego, llega una segunda fase más rápida, donde el desgaste se vuelve evidente. La ruptura, entonces, no es el inicio del caos, es el desenlace.


Así es el proceso: dos fases, un final

Fase 1: declive lento. Durante años, pueden aparecer pequeñas decepciones, menos conexión, más silencios que antes. No hay grandes peleas, pero algo cambia. Muchas veces, se intenta salvar la relación: más comunicación, planes nuevos, terapia. O simplemente se normaliza el malestar.


Fase 2: caída acelerada. Desde siete meses hasta dos años antes de la ruptura, todo se intensifica. Aumentan los conflictos, la comunicación se deteriora, y ya no hay tanto margen de arreglo. Es cuando se comienza a pensar seriamente en terminar.


Este patrón se repitió en todos los países analizados, lo que sugiere que, más allá de la cultura, hay dinámicas universales en el desgaste del vínculo amoroso.


El desgaste no es igual para todos en una ruptura

Algo interesante que reveló el estudio es que quien decide terminar suele vivir el declive desde mucho antes. Es decir, no toma la decisión "de la nada", sino que ha estado procesando la insatisfacción por un largo tiempo.


En cambio, la persona que es dejada, muchas veces no percibe el deterioro hasta que ya es tarde. Su caída emocional es más repentina. Otros factores, como el estado civil, la edad o la experiencia previa en relaciones, también influyen. Por ejemplo, estar casados a veces amortigua la caída… pero en otros casos, la intensifica. Cada vínculo tiene sus matices.


Claves para detectar y actuar antes del final

Detectar que existen estas fases es clave. No para vivir en paranoia, sino para prestar atención. ¿Te sientes desconectado hace meses? ¿Hay malestares que se repiten sin solución? ¿Ambos están dejando pasar las cosas sin hablarlas? Actuar en la primera fase puede marcar la diferencia: buscar ayuda, conversar honestamente o redefinir el vínculo.


Y si ya ocurrió la ruptura, entender este proceso puede ayudarte a sanar. No todo se derrumbó de un día para otro. No fue un fracaso repentino. Fue un camino que tal vez nadie supo ver a tiempo. El amor puede apagarse poco a poco, y después venirse abajo de golpe.


Las rupturas amorosas no suelen ser inesperadas; suelen estar precedidas por un doble proceso de desgaste emocional. Saberlo puede ayudarte a prevenir, reparar o simplemente comprender.

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