¿Por qué algunas personas no pueden estar solas? La psicología detrás de la hiperconexión
- Deborah Astengo
- 16 jun
- 3 Min. de lectura
Vivimos en una era donde la conexión constante parece imprescindible. Pero ¿qué hay detrás de la necesidad permanente de compañía o estímulo?
Foto: Freepick
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En la era digital, donde los mensajes, videos y notificaciones no se detienen, la soledad se ha convertido en algo que muchas personas temen y evitan a toda costa. Sin embargo, la incapacidad de estar solo o sola podría reflejar una desconexión más profunda con uno mismo, relacionada con ansiedad, inseguridad o dependencia emocional.
La hiperconexión como mecanismo de evitación emocional
Estar acompañado o distraído todo el tiempo no siempre significa bienestar. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), muchas personas usan la hiperconexión como una forma de evitar enfrentar emociones internas o pensamientos incómodos.
La psicoterapeuta estadounidense Sherry Turkle, autora de Reclaiming Conversation, afirma:
“Estamos solos juntos. Preferimos enviar un mensaje que mirar a alguien a los ojos. Nos acostumbramos a la conexión superficial porque tememos el silencio interior”.
En Perú: la soledad también se estigmatiza
En nuestro contexto cultural, estar solo a menudo se percibe negativamente, sobre todo en mujeres o personas jóvenes. La psicóloga clínica peruana Zulita Dioses, especialista en relaciones afectivas, explica:
“En nuestra sociedad, la soledad se asocia con fracaso o vacío. Muchas personas buscan compañía permanente —romántica o digital— no porque la necesiten, sino porque temen enfrentarse a lo que sienten cuando están a solas”.
Dioses también añade que esta búsqueda constante de estimulación externa puede derivar en vínculos poco saludables, donde la necesidad sustituye al deseo auténtico de compartir.
El rol de las redes sociales: más conectados, menos presentes
La psicología moderna señala que las redes sociales han reforzado la ilusión de conexión permanente, provocando que muchas personas se sientan incómodas cuando no están en contacto constante.
Según un estudio del Pew Research Center (EE.UU.), el 84% de los jóvenes entre 18 y 30 años revisa su teléfono cada 15 minutos. Este comportamiento está vinculado a la nomofobia (miedo irracional a estar sin el celular) y a la ansiedad por desconexión.
Subrayado: La sobreexposición digital puede fomentar la comparación constante, el miedo a perderse algo (FOMO) y la dependencia de la validación externa, afectando la autonomía emocional.
¿Qué hay detrás de este miedo a estar solo?
Expertos coinciden en que la dificultad para estar solo está asociada a varios factores psicológicos:
Inseguridad emocional o falta de amor propio.
Patrones de apego ansioso, desarrollados en la infancia.
Dificultad para tolerar el aburrimiento o el silencio.
Ansiedad social encubierta.
La doctora española Silvia Congost, terapeuta en dependencia emocional, indica que quien no tolera la soledad suele tener una necesidad interna no resuelta:
“Es imposible construir relaciones sanas si uno no aprende primero a estar bien consigo mismo. La verdadera independencia emocional nace del amor propio y de la capacidad de estar en calma cuando se está solo”.
Reaprender a estar con uno mismo: una necesidad urgente
Cultivar la capacidad de estar solo no significa aislarse, sino construir una relación estable y serena con uno mismo, lo que a su vez mejora la calidad de los vínculos con los demás.
Algunas recomendaciones de especialistas para comenzar a trabajar en ello:
Practicar momentos breves de silencio diario, como desayunar sin celular.
Hacer actividades en solitario como caminar, leer o escribir.
Explorar la meditación o el mindfulness, técnicas que ayudan a reconectar con el presente.
Buscar acompañamiento terapéutico si la ansiedad por la soledad es intensa.
En Lima, centros como Espacio Mente Sana y la Red Peruana de Psicología Humanista Integrativa ofrecen acompañamiento psicológico especializado en dependencia emocional y construcción de autonomía.
En un mundo saturado de estímulos, reaprender a disfrutar de nuestra propia compañía puede ser una forma poderosa de autocuidado y sanación. Estar solo no es sinónimo de vacío, sino de espacio para descubrir, nutrir y escuchar quiénes somos sin ruidos ajenos.
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