Cómo los cambios hormonales afectan la salud mental y emocional | CRÓNICA
- Deborah Astengo
- 10 mar
- 3 Min. de lectura
Reconocer la conexión entre cuerpo y mente, y cómo el autocuidado y el apoyo pueden ser claves para manejar los altibajos emocionales que vienen con trastornos hormonales.
Foto: Freepik
Keila siempre había sido una mujer activa, llena de energía y con una vida social muy activa. Sin embargo, desde que era adolescente, algo en su cuerpo no funcionaba de la manera en que debería. Dolor menstrual, fatiga extrema y cambios de ánimo que aparecían sin previo aviso.
Los médicos, al principio, no encontraron respuestas claras. Fue hasta que un ginecólogo especializado le diagnosticó endometriosis, un trastorno ginecológico donde el tejido que normalmente recubre el interior del útero crece fuera de él, que las piezas del rompecabezas empezaron a encajar.
Los cambios hormonales provocados por la endometriosis, combinados con los efectos secundarios de los tratamientos médicos, alteraron por completo su equilibrio emocional. El dolor crónico y la fluctuación hormonal la hacían sentir como si estuviera atrapada en una montaña rusa de emociones, sin tener control sobre lo que sucedía dentro de su cuerpo. El estrés, la ansiedad y la depresión comenzaron a ser una constante en su vida, afectando tanto sus relaciones personales como su desempeño profesional.
Un ciclo constante de desequilibrio hormonal
En medio de su lucha, Keila descubrió que los cambios hormonales no solo afectaban su físico, sino también su bienestar mental. La fluctuación de estrógeno y progesterona, que influye en el ciclo menstrual, tenía un efecto directo en su estado de ánimo. "Había días en los que simplemente no quería levantarme de la cama, sentía una tristeza profunda, como si todo fuera más pesado", recuerda. Según la psicóloga Shirley Gómez, este tipo de trastornos hormonales pueden causar alteraciones en el cerebro, afectando áreas responsables del estado de ánimo y la toma de decisiones. En el caso de Keila, la combinación de los cambios hormonales debido a la endometriosis y la falta de comprensión de lo que ocurría en su cuerpo la sumergió en una espiral de emociones difíciles de manejar.
Fue un proceso largo, pero a través de la terapia y el apoyo de su entorno, Keila aprendió a manejar los altibajos emocionales que venían con la endometriosis. Empezó a entender que su cuerpo y mente estaban interconectados, y que el estrés emocional exacerbaba los síntomas físicos. Comenzó a practicar técnicas de relajación, a priorizar el autocuidado y, lo más importante, a ser compasiva con ella misma. "Aceptar que no podía controlar todo me permitió ser más amable conmigo", dice con una sonrisa.
Rompiendo el estigma y buscando apoyo
A lo largo de su viaje, Keila también comenzó a hablar abiertamente sobre su diagnóstico, rompiendo el estigma que existe sobre los trastornos hormonales y cómo estos afectan la salud mental y emocional. Se dio cuenta de que muchas mujeres a su alrededor pasaban por lo mismo, pero no se sentían cómodas compartiéndolo. Hoy, Keila forma parte de grupos de apoyo donde comparte su experiencia y alienta a otras mujeres a no callar su dolor y a buscar ayuda tanto médica como emocional.
Al mirar hacia atrás, Keila reconoce que su viaje no ha sido fácil, pero también sabe que la educación y el autocuidado han sido claves para poder sobrellevar los efectos de la endometriosis. Ha aprendido que su salud mental es tan importante como su salud física y que, a pesar de las dificultades, siempre hay herramientas para encontrar el equilibrio.
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