El suicidio disminuye a nivel global en 40%, pero persisten desafíos críticos en salud mental
- Redacción Qhali
- 21 abr
- 3 Min. de lectura
Se analizan los factores por qué ha disminuido el suicidio y qué obstáculos existen con respecto a este.


En los últimos 30 años, la tasa de suicidios en el mundo se ha reducido un 40 %, pasando de 15 a 9 muertes por cada 100.000 habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME). Este avance refleja el impacto positivo de políticas públicas, programas de prevención, acceso ampliado a servicios de salud mental y un cambio gradual en la percepción social sobre los trastornos psicológicos. Sin embargo, a pesar de estos logros, el suicidio continúa siendo una de las principales causas de muerte a nivel global y un desafío persistente para la salud pública.
Según la OMS, más de 700.000 personas mueren por suicidio cada año , lo que representa una muerte cada 40 segundos. Si bien los esfuerzos preventivos han generado mejoras significativas, existen grandes brechas entre regiones, géneros y grupos vulnerables que requieren atención urgente.
Diferencias por género y región
Pese a la tendencia positiva, persisten diferencias significativas entre hombres y mujeres . Los hombres continúan siendo el grupo con mayor tasa de mortalidad por suicidio: tienen el doble de probabilidades de morir por esta causa, y sus intentos son tres veces más letales debido al uso de métodos más violentos. En cambio, las mujeres presentan más intentos no fatales, generalmente por intoxicación o sobredosis.
En algunas regiones, la situación ha empeorado. Centroamérica ha visto un aumento del 39% en la tasa de suicidios , con un alarmante incremento del 123% entre mujeres mexicanas. América Latina Andina y Tropical también han registrado aumentos más moderados, pero preocupantes.
Además, la edad promedio de las personas que mueren por suicidio ha aumentado: en 1990 era de 42-43 años, mientras que en 2021 alcanzó los 47 años para ambos sexos. Este cambio demográfico requiere adaptar las estrategias de prevención a nuevas realidades poblacionales.
Factores que explican la reducción del suicidio
Restricción del acceso a métodos letales: La regulación del uso de pesticidas, armas de fuego y medicamentos tóxicos ha sido una de las estrategias más efectivas. Países como China y Sri Lanka han logrado reducir significativamente las tasas de suicidio en zonas rurales gracias a estas medidas.
Campañas educativas y programas comunitarios: La concienciación pública ha contribuido a reducir el estigma asociado a los trastornos mentales. Programas escolares y capacitaciones a “guardianes” han ayudado a identificar señales de alerta y promover la búsqueda de ayuda temprana.
Mayor acceso a salud mental y teleterapia: La expansión de líneas de ayuda, centros comunitarios y plataformas de virtual ha facilitado el acceso a apoyo psicológico, especialmente durante y después de la pandemia. Se ha demostrado que el aumento de sesiones virtuales puede reducir de forma significativa los eventos relacionados con el suicidio.
Tecnología y herramientas digitales: Aplicaciones móviles, chatbots y plataformas digitales han permitido brindar apoyo inmediato a personas en crisis. Estas herramientas son especialmente valiosas en zonas con escasa cobertura de servicios tradicionales.
Políticas públicas e iniciativas internacionales: Planes de acción como la Estrategia Mundial de Salud Mental 2013-2030 de la OMS han promovido la coordinación entre países, impulsando reformas legales, financiamiento y capacitación profesional.
Obstáculos aún para superar
Desigualdades y falta de recursos: Muchas regiones con escasos recursos —particularmente en América Latina y África— carecen de infraestructura adecuada, profesionales capacitados y cobertura sanitaria suficiente para abordar los problemas de salud mental.
Estigmas culturales persistentes: En Múltiples culturas, hablar sobre suicidio sigue siendo un tabú. Este estigma impide que las personas pidan ayuda y perpetúa el sufrimiento en silencio, especialmente entre adolescentes, adultos mayores, la comunidad LGTBIQ+ y personas racializadas.
Nuevas presiones sociales: Factores contemporáneos como el estrés económico, el aislamiento social, la exposición a redes sociales y la polarización política han generado nuevas fuentes de angustia emocional que requieren intervenciones adaptadas a las realidades actuales.
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