Nuevo estudio revela que tus pupilas ayudan a tu cerebro a no olvidar
- Redacción Qhali
- hace 6 días
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Nuevo estudio muestra que el movimiento de las pupilas refleja el proceso de memoria del cerebro.


Todos hemos oído la frase “los ojos son la ventana del alma”, pero ahora la ciencia va un paso más allá: un reciente estudio citado por el portal web Psicología y Mente sugiere que nuestras pupilas también podrían ser la ventana a nuestros recuerdos.
Investigadores de la Universidad de Cornell han descubierto que durante el sueño, los cambios en el tamaño de las pupilas están estrechamente vinculados con la forma en que nuestro cerebro consolida y procesa la memoria. Más específicamente, cuando las pupilas se contraen, el cerebro se enfoca en reforzar recuerdos recientes; cuando se dilatan, se dedica a procesar y reforzar información más antigua.
Este hallazgo abre una puerta importante para entender cómo nuestro cerebro organiza y mantiene los recuerdos, una función clave para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.
¿Cómo se forman y consolidan los recuerdos?
Para comprender la importancia de este descubrimiento, es necesario conocer las etapas básicas de la memoria. Primero, está la codificación, cuando captamos información nueva y nuestro cerebro la transforma en representaciones neuronales. Luego viene la consolidación, un proceso mediante el cual esos recuerdos se fortalecen y almacenan para largo plazo. Finalmente, la recuperación nos permite acceder a esos recuerdos cuando los necesitamos.
El sueño juega un papel fundamental en la consolidación de la memoria, especialmente durante la fase conocida como sueño no REM (sin movimientos oculares rápidos). Durante este período, el cerebro repasa y organiza la información adquirida durante el día, asegurando que los recuerdos se fijen correctamente sin que interfieran unos con otros, evitando lo que los científicos llaman “olvido catastrófico” la pérdida o confusión de información por la interferencia entre datos nuevos y antiguos.
El estudio que conecta las pupilas con la memoria
Para llegar a estas conclusiones, los científicos de Cornell realizaron un experimento con ratones equipados con electrodos cerebrales y cámaras que monitoreaban el tamaño de sus pupilas mientras dormían. Antes de dormir, los ratones aprendieron a realizar tareas nuevas, como buscar recompensas en laberintos.
Los investigadores observaron que, durante el sueño, las pupilas de los ratones alternaban entre estados de contracción y dilatación. En las fases en que las pupilas estaban contraídas, el cerebro se centraba en consolidar los recuerdos más recientes, mientras que en las fases de dilatación, reforzaba recuerdos antiguos. Este ciclo permite al cerebro balancear eficazmente el almacenamiento de nueva información sin afectar la memoria previa.
Este patrón cíclico sugiere que el sueño no REM no es una fase homogénea, sino que contiene microestructuras que permiten alternar entre diferentes tipos de procesamiento de recuerdos.
¿Qué implicaciones tiene este descubrimiento?
Más allá de su relevancia para la neurociencia básica, este hallazgo puede transformar cómo abordamos problemas relacionados con la memoria y el aprendizaje.
Salud cognitiva: El seguimiento no invasivo del tamaño pupilar durante el sueño podría convertirse en una herramienta para detectar precozmente trastornos cognitivos como el Alzheimer o el estrés postraumático, incluso antes de que aparezcan síntomas evidentes.
Educación: Comprender mejor la dinámica de la consolidación podría ayudar a diseñar estrategias educativas más efectivas, aprovechando los momentos óptimos de descanso y sueño para fijar aprendizajes nuevos.
Inteligencia artificial: Los sistemas de inteligencia artificial enfrentan un problema similar al “olvido catastrófico”, donde al aprender nueva información, se pierde lo aprendido previamente. Inspirarse en el mecanismo del cerebro que alterna entre recuerdos recientes y antiguos podría hacer que las redes neuronales artificiales sean más eficientes y confiables.
Este estudio revela que nuestras pupilas no solo reaccionan a la luz o a nuestras emociones, sino que también reflejan la compleja labor que el cerebro realiza para proteger y fortalecer nuestros recuerdos. A medida que continúe la investigación, podríamos ver avances que impacten desde la medicina hasta la tecnología, pasando por la forma en que aprendemos y recordamos cada día.
Así, esos pequeños orificios negros en nuestros ojos podrían ser mucho más que una simple vía para la visión: podrían ser la clave para entender mejor nuestra mente y mejorar nuestra calidad de vida.
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