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¿Qué dice el cerumen de tu oído sobre tu salud? estudios lo revelan

  • Desde hace décadas, científicos vienen investigando la posible relación entre el tipo de cerumen y ciertas enfermedades.

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Foto: Composición Qhali

Nos da asco, siempre tratamos de sacarlo y no queremos que nadie lo vea en nuestros oídos. Sin embargo, el cerumen es sinónimo de estudio para miles de científicos, ya que o utilizan para aprender de enfermedades y afecciones como el cáncer, cardiopatías o diabetes 2.


El cerumen, comúnmente conocido como cera del oído, es una sustancia producida por la combinación de secreciones provenientes de dos tipos de glándulas ubicadas en el conducto auditivo externo: las ceruminosas y las sebáceas. Esta mezcla viscosa se junta con fragmentos de piel muerta, vello y otros residuos corporales, adquiriendo esa textura cerosa tan característica y, para muchos, desagradable.

Una vez que se forma dentro del oído, el cerumen inicia un lento pero constante desplazamiento hacia el exterior. Esto ocurre gracias a un mecanismo natural similar a una cinta transportadora, en la que las células cutáneas se mueven empujando la cera hacia fuera a una velocidad de aproximadamente una vigésima parte de milímetro por día.


Aunque aún existe debate sobre su función exacta, la mayoría de especialistas coincide en que el cerumen cumple un rol protector: mantiene el canal auditivo hidratado y actúa como una barrera que atrapa bacterias, hongos y hasta pequeños insectos, evitando que lleguen al interior del oído.

Lo que nos revela el estudio


Desde hace décadas, científicos vienen investigando la posible relación entre el tipo de cerumen y ciertas enfermedades. En 1971, el médico Nicholas L. Petrakis observó que mujeres con cerumen húmedo —mayoritarias en poblaciones caucásicas y africanas— presentaban un riesgo cuatro veces mayor de morir por cáncer de mama que las mujeres asiáticas con cerumen seco. En 2010, un estudio japonés confirmó que las mujeres con cáncer de mama tenían hasta 77% más probabilidades de portar el gen del cerumen húmedo. No obstante, estudios posteriores en Europa y Australia no hallaron evidencia concluyente.


Más allá de este vínculo aún en debate, el cerumen ha demostrado contener compuestos que podrían servir para diagnosticar enfermedades. Por ejemplo, en personas con la rara enfermedad metabólica que da a la orina olor a jarabe de arce, la cera del oído también presenta ese aroma característico, lo que permite detectarla desde las primeras horas de vida. Incluso ya se ha hallado presencia de marcadores relacionados con el COVID-19, la diabetes y problemas cardíacos.


Uno de los avances más prometedores se relaciona con la enfermedad de Ménière. Investigadores identificaron que el cerumen de los pacientes afectados tiene niveles anormalmente bajos de tres ácidos grasos, lo que podría facilitar un diagnóstico temprano sin pruebas invasivas. Para la científica Rabi Ann Musah, el cerumen podría convertirse en una herramienta diagnóstica clave, especialmente para enfermedades raras y difíciles de detectar mediante análisis convencionales.


“Estamos interesados en el cerumen como herramienta diagnóstica para enfermedades raras y difíciles de detectar con métodos convencionales como análisis de sangre u orina”, afirma Musah a BBC. Este enfoque sugiere que la cera del oído podría convertirse en una fuente accesible y subestimada de información médica valiosa.

¿Por qué la cera del oído podría ser clave para detectar enfermedades?


Lo que convierte al cerumen en una fuente valiosa de información médica es su capacidad para reflejar el metabolismo humano: ese conjunto de procesos químicos internos que permite al cuerpo funcionar.


Según el químico brasileño Nelson Roberto Antoniosi Filho, muchas enfermedades complejas como la diabetes, el párkinson, el alzhéimer e incluso el cáncer, tienen un origen metabólico. En esos casos, las mitocondrias —las estructuras celulares que transforman nutrientes en energía— comienzan a comportarse de forma anormal, alterando la producción de sustancias químicas en el cuerpo.


El laboratorio de Antoniosi Filho descubrió que el cerumen acumula una gran variedad de estas sustancias metabólicas, incluso más que fluidos tradicionales como la sangre, el sudor, la orina o las lágrimas. Esto lo convierte en una muestra biológica con un alto potencial diagnóstico.


El investigador Bruce Kimball, del Monell Chemical Senses Centre en EE.UU., respalda esta idea: “El cerumen se acumula lentamente, sin renovarse constantemente, lo que lo convierte en un registro químico duradero del cuerpo humano”.

En otras palabras, la cera de los oídos podría actuar como un archivo biológico silencioso, capaz de mostrar cómo ha ido cambiando el metabolismo de una persona a lo largo del tiempo.


El "Cerumenograma"


El cerumen, una sustancia que muchas veces se pasa por alto, está empezando a revelar su enorme potencial como herramienta médica. En Brasil, el químico Nelson Roberto Antoniosi Filho y su equipo están desarrollando el "cerumenograma", un método diagnóstico capaz de detectar alteraciones metabólicas asociadas a enfermedades como el cáncer, el párkinson y el alzhéimer, a partir de una pequeña muestra de cera del oído.


En un estudio de 2019, los investigadores analizaron muestras de cerumen de 52 pacientes con distintos tipos de cáncer (linfoma, carcinoma y leucemia) y de 50 personas sanas. Utilizando técnicas especializadas para identificar compuestos orgánicos volátiles (COV), hallaron 27 moléculas cuya concentración permitía predecir con 100% de precisión la presencia de cáncer, aunque sin diferenciar el tipo. Según Antoniosi Filho, esto sugiere que, aunque el cáncer tiene múltiples formas clínicas, comparte un mismo patrón metabólico que puede detectarse desde fases muy tempranas.


Incluso han logrado identificar señales metabólicas en etapas precancerosas, lo que abriría la puerta a diagnósticos más tempranos y tratamientos con mayor tasa de éxito. “Si logramos detectar el cáncer antes de que se manifieste clínicamente, los tratamientos podrían ser aún más efectivos”, afirma el investigador.


El equipo también está explorando si el cerumen puede utilizarse para detectar cambios tempranos vinculados a enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer y el párkinson. El objetivo final es que el cerumenograma se convierta en un examen clínico rutinario, similar a un análisis de sangre, que permita monitorear múltiples condiciones de salud con una sola muestra.


De hecho, el Hospital Amaral Carvalho en Brasil ya ha comenzado a implementar este método en sus procesos de diagnóstico y seguimiento oncológico.


En paralelo, la investigadora Rabi Ann Musah continúa con su estudio del cerumen como biomarcador para la enfermedad de Ménière, una dolencia que afecta el oído interno. Su equipo trabaja actualmente en un kit de prueba de uso clínico, similar a los test caseros de COVID-19, que permitiría a los médicos detectar esta enfermedad de forma rápida y sencilla en consultorio.


Entender el cerumen


La doctora Rabi Ann Musah, química de la Universidad Estatal de Luisiana, sostiene que el cerumen tiene un potencial aún inexplorado para el diagnóstico médico. En sus investigaciones sobre la enfermedad de Ménière, descubrió que los pacientes presentan niveles inusualmente bajos de tres ácidos grasos en comparación con personas sanas. Este hallazgo no solo podría servir para detectar la enfermedad, sino también abrir nuevas líneas de investigación sobre sus causas y posibles tratamientos.


Según Musah, aún falta mucho por conocer sobre el perfil químico del cerumen sano y cómo este se altera ante diversas condiciones. Pero su esperanza es que, en un futuro, la cera de los oídos se analice de forma rutinaria como hoy se hace con la sangre, sobre todo por su riqueza en lípidos, que están involucrados en muchas enfermedades metabólicas.


Perdita Barran, profesora de espectrometría de masas en la Universidad de Manchester, coincide en esta visión. Aunque no estudia directamente el cerumen, reconoce su valor. “Los análisis de sangre captan principalmente compuestos hidrosolubles, pero el cerumen, al ser rico en lípidos, podría ofrecer información que la sangre no revela”, explica. Y añade: “Los lípidos suelen ser las primeras moléculas en alterarse ante un problema de salud”.

En conjunto, estas investigaciones refuerzan la idea de que la cera del oído podría convertirse en una herramienta diagnóstica clave, complementaria a los análisis tradicionales, y útil para detectar enfermedades de manera más temprana y precisa.

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