top of page

Cómo hablar con amigos y familiares sobre un diagnóstico de cáncer

  • Comunicar un diagnóstico de cáncer de cabeza y cuello no es fácil, pero planificar cómo y con quién hablar puede aliviar la carga emocional.

Cómo hablar con amigos y familiares sobre un diagnóstico de cáncer


ESTE ES UN JUEGO INTERACTIVO QUE RESUME LA NOTA DE ABAJO. JUEGA Y DESCUBRE DE QUÉ SE TRATA.

Recibir un diagnóstico de cáncer puede generar una oleada de emociones difíciles de procesar. La ansiedad, el miedo y la incertidumbre son respuestas naturales, y enfrentarse a la tarea de compartir esta noticia con familiares y amigos puede resultar especialmente desafiante. No existe una fórmula única para comunicarlo, pero reflexionar con anticipación sobre cómo hacerlo puede marcar la diferencia en el proceso.


Según el Dr. Eric Moore, jefe del Departamento de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de la Mayo Clinic en Minnesota, es comprensible que los pacientes busquen respuestas inmediatas. “Una de las primeras cosas que suelo decir es: respira. Existen especialistas que conocen bien esta enfermedad y la mayoría de estos cánceres son tratables, con muy buenas probabilidades de cura”, afirma.


Comprender el diagnóstico de cáncer: un primer paso clave


Antes de hablar con los demás, es importante informarse. El Dr. Moore recomienda acudir acompañado a las citas médicas para tomar notas y tener la posibilidad de repasar la información posteriormente. Además, destaca que el cáncer de cabeza y cuello es una categoría amplia que abarca diversos tipos, como los que afectan la boca, lengua, faringe, laringe, cavidad nasal y más.


Uno de los tipos más comunes es el carcinoma de células escamosas, que se origina en el revestimiento de zonas como los senos paranasales o el interior de la garganta. Asimismo, el cáncer orofaríngeo —frecuente en las amígdalas y la base de la lengua— suele estar vinculado a la infección por el virus del papiloma humano (VPH).


Conocer el tipo específico de cáncer, su estadio y las opciones de tratamiento permitirá tomar decisiones informadas sobre qué, cuándo y cómo comunicarlo a los seres cercanos.


¿Con quién, cuándo y cómo hablar?


Cada relación es distinta. Por eso, conviene pensar a quién le gustaría comunicar la noticia de inmediato, a quién más adelante, y a quién por motivos prácticos es necesario informar cuanto antes. Una pareja, un padre o un amigo íntimo pueden ofrecer contención emocional desde el inicio. En cambio, otros —como un empleador o cuidador— podrían necesitar estar al tanto para coordinar aspectos logísticos del tratamiento.


También es importante elegir el canal adecuado. Algunas personas prefieren una conversación cara a cara o una llamada telefónica. Otras pueden optar por escribir un mensaje, enviar un correo electrónico o compartir la noticia a través de redes sociales. No hay una única manera correcta: lo esencial es que la forma de comunicación se ajuste a las necesidades emocionales y energéticas del paciente.

Cuando se trata de niños, la sinceridad es fundamental. Hablarles con claridad sobre el diagnóstico y los sentimientos implicados puede facilitar que comprendan la situación.


Para evitar el desgaste emocional que conlleva repetir la misma conversación, se puede designar a una persona de confianza que ayude a transmitir la información a otros miembros del entorno.


Pedir apoyo: un gesto de fortaleza


Solicitar ayuda no siempre es fácil, pero identificar las necesidades concretas puede facilitar este paso. Tal vez se necesite ayuda para desplazarse a las citas médicas, recibir comidas preparadas o simplemente contar con alguien con quien hablar. Comunicar de forma clara lo que se espera —ya sea compañía, consejos o simplemente ser escuchado— aumenta las posibilidades de recibir el apoyo adecuado.


“Si no cuentas con una red cercana de apoyo, no estás solo”, señala el Dr. Moore. En estos casos, sugiere comentar estas inquietudes con el equipo médico, que puede derivar a grupos de apoyo, trabajadores sociales o recursos comunitarios.

Finalmente, síntomas como el insomnio, la fatiga persistente o los problemas de concentración pueden ser señales de que se necesita ayuda adicional. Reconocer estos signos a tiempo y buscar acompañamiento profesional puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida durante el proceso.

 
 
 

Comentarios


bottom of page