Cómo lidiar con la “hiperconectividad emocional”: siempre estar para todos, menos para ti
- Deborah Astengo
- 9 jun
- 2 Min. de lectura
Responder mensajes de madrugada, escuchar constantemente los problemas de otros y priorizar el bienestar ajeno por encima del propio son señales de una sobrecarga emocional silenciosa que afecta a millas de jóvenes.
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En tiempos donde lo digital ha eliminado la distancia, la hiperconectividad no solo es tecnológica, también es emocional. Muchas personas —especialmente mujeres jóvenes— sienten la necesidad de estar siempre disponibles para los demás, lo que genera agotamiento emocional, ansiedad y descuido personal.
Según la psicóloga peruana Zulita Dioses, especialista en salud emocional y autocuidado,
"Este fenómeno ocurre cuando una persona siente que debe estar emocionalmente presente para todo su entorno, incluso sacrificando sus propios límites. A largo plazo, esto genera un alto costo psicológico. "
Estudios de la Asociación Americana de Psicología (APA) advierten que los adultos jóvenes hoy enfrentan niveles de “empatía extrema mal gestionada” , lo que puede derivar en burnout emocional y baja autoestima.
Siempre para otros, ¿y para ti? Las señales de alerta
La hiperconectividad emocional puede disfrazarse de amabilidad o vocación de ayuda, pero tiene síntomas claros:
Sentirte culpable si no responde de inmediato un mensaje.
Agotamiento emocional luego de escuchar constantemente a otras personas.
Dificultad para poner límites sin sentirte egoísta.
Postergar tus necesidades para priorizar las de otros.
“Muchas personas creen que cuidar de los demás es una forma de validarse, pero terminan vacías”, indica la terapeuta española Silvia Congost, autora de Autoestima Automática .
Cómo proteger tu salud mental sin dejar de ser empático
La solución no es dejar de cuidar a otros, sino aprender a cuidarte también a ti. Aquí algunas estrategias respaldadas por expertos:
Establecer horarios emocionales: así como apagas tu celular por la noche, pon límites a tu disponibilidad emocional.
Practicar el "yo también importo": pregúntate si estás respetando tus propias emociones antes de atender las ajenas.
Buscar espacios de descarga personal: terapia, journaling o círculos de apoyo donde puedas expresarte sin cargar a otros.
Aprender a decir “no” con amabilidad: negarse también es un acto de autocuidado.
En Perú, programas como “Habla Franco” del MINSA buscan visibilizar estos desgastes emocionales entre jóvenes y promover herramientas de autocuidado sin culpa.
Reenfocar la empatía: estar disponible sin perderte en el proceso
El objetivo no es cerrarse al mundo, sino cultivar una empatía sostenida , que no implica sacrificarse constantemente. “Una persona emocionalmente disponible para otros debe serlo primero consigo misma”, señala Dioses.
Además, en tiempos de redes sociales y conectividad constante, se hace necesario desmitificar la idea de que estar “siempre presente” es sinónimo de amor, amistad o compromiso. A veces, tomar distancia también es una forma de cuidado profundo.
Estar para los demás no debe implicar dejar de estar para ti. Aprender a poner límites emocionales claros es un acto de madurez y amor propio, especialmente en un mundo que valora la hiperdisponibilidad, pero olvida el descanso interior.
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