Cómo sanar la autoexigencia que dejaste entrar sin darte cuenta
- Deborah Astengo
- hace 21 horas
- 2 Min. de lectura
Reconocerla es el primer paso para construir un diálogo interno más compasivo y saludable.
Foto: Freepick
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La autoexigencia es un rasgo que implica aspirar a altos estándares de desempeño y buscar la mejora constante. Sin embargo, cuando se vuelve extrema o inflexible, lleva a la persona a sentirse insatisfecha permanentemente, alimentando el perfeccionismo y la autocrítica desmedida.
Según la American Psychological Association (APA), la autoexigencia desadaptativa está asociada con mayor riesgo de ansiedad, depresión y trastornos psicosomáticos, especialmente en contextos donde la persona ha crecido con altos niveles de crítica, expectativas desmedidas o reforzamiento del logro como única forma de validación.
“La autoexigencia suele instalarse de forma silenciosa en la infancia o adolescencia, como respuesta a la necesidad de ser aceptados o valorados. Cuando no se cuestiona, se convierte en un patrón de pensamiento rígido que deteriora la autoestima y dificulta el bienestar emocional”, explica la psicóloga peruana María Elena Castillo, especialista en terapia cognitivo-conductual.
Señales de que la autoexigencia se salió de control
Algunos indicios de que la autoexigencia está afectando tu salud mental son:
Sensación constante de no ser suficiente, incluso al alcanzar metas.
Dificultad para disfrutar logros o momentos de descanso.
Diálogo interno crítico, con frases como “deberías haberlo hecho mejor”.
Evitar proyectos por miedo a no hacerlos perfectos (parálisis por análisis).
Fatiga emocional, ansiedad o síntomas físicos relacionados al estrés.
Un estudio de Frontiers in Psychology (2022) encontró que las personas con altos niveles de autoexigencia presentan mayor riesgo de agotamiento emocional y menor tolerancia a la frustración, especialmente en jóvenes expuestos a entornos competitivos.
¿Por qué dejamos entrar la autoexigencia sin darnos cuenta?
La autoexigencia extrema no surge de un día para otro. Factores como entornos familiares muy críticos o perfeccionistas, experiencias tempranas de rechazo, contextos académicos exigentes o cultura de sobrevaloración del éxito contribuyen a que las personas interioricen que su valor depende únicamente de lo que logran y no de quienes son.
En Perú, el informe del Ministerio de Salud (MINSA, 2023) sobre salud mental juvenil indica que más del 48% de jóvenes entre 18 y 30 años reporta sentir una presión constante por cumplir estándares elevados autoimpuestos, especialmente en aspectos académicos, laborales y físicos.
Claves para sanar la autoexigencia
Superar la autoexigencia excesiva no significa dejar de tener metas, sino aprender a reconocer el propio valor más allá de los resultados. Algunos pasos para sanar este patrón son:
Identifica y cuestiona tu diálogo interno: Pregúntate si las exigencias que te haces son realistas y compasivas.
Redefine el concepto de éxito: Permítete celebrar el esfuerzo y el aprendizaje, no solo el resultado final.
Establece metas flexibles: Que puedan adaptarse a tus circunstancias y no se conviertan en fuentes de presión constante.
Aprende a tolerar el error: El fallo es parte natural del crecimiento. Reemplaza la culpa por la curiosidad de mejorar.
Busca apoyo profesional: La terapia psicológica ayuda a desmontar creencias limitantes y fortalecer la autocompasión.
“La sanación de la autoexigencia comienza al reconocer que eres valioso por tu esencia, no por tu rendimiento. Aprender a hablarte con amabilidad es uno de los mayores actos de amor propio”, concluye la psicóloga Castillo.
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