El proceso de envejecimiento: La importancia de la actividad física y mental
- Giancarlo Luna Victoria De Bona
- 9 jul
- 3 Min. de lectura
Una reflexión sobre la importancia de envejecer con salud.

La perspectiva general que gobierna el proceso del envejecimiento, generalmente, tiene connotaciones negativas. Es decir, se asume que el envejecer implica un deterioro global, tanto físico como mental. Si bien algunos aspectos de este proceso están avalados por la ciencia; por ejemplo, al envejecer, la piel pierde elasticidad, las células del oído pierden sensibilidad, las arterias se vuelven rígidas, las células del intestino se pueden degenerar. El deterioro cerebral resulta más complejo, debido a la especificidad y funciones particulares de las neuronas. El cerebro, por ejemplo, consume aproximadamente el 20% del oxígeno que inhalamos. En personas sanas, este consumo disminuye cerca de un 6% por década, lo que conlleva una reducción progresiva del metabolismo cerebral con el paso de los años.
Ahora bien, es fundamental considerar que muchos de los problemas de salud asociados al envejecimiento pueden prevenirse. De hecho, existen numerosos casos de adultos mayores que, incluso hacia los 80 o 90 años, conservan sus funciones cognitivas casi intactas. A este fenómeno se le conoce como envejecimiento exitoso, y suele definirse a partir de tres componentes clave: la ausencia o manejo eficaz de enfermedades, un alto nivel de funcionamiento físico y cognitivo, y una participación activa en actividades sociales y productivas.
Para algunos autores, el envejecimiento exitoso también implica completar, de manera saludable, las tareas psicológicas propias de cada etapa de la vida. Entre estas se incluyen la generatividad y la integración, el tránsito de una búsqueda de logros externos hacia una exploración más profunda del mundo interior, así como el equilibrio entre los aspectos masculinos y femeninos de la propia naturaleza, entre otras.
El envejecimiento activo
El concepto de envejecimiento activo surge precisamente del reconocimiento de la importancia que tienen la actividad física y mental en la vida de las personas adultas, dado a su impacto profundamente positivo en el bienestar diario. En la literatura podemos identificar cuatro factores clave asociados a este enfoque: La práctica regular de actividad física, el mantenimiento de un peso saludable mediante una dieta equilibrada, el consumo moderado de alcohol y la abstención del tabaco. Diversos estudios coinciden en señalar que estos hábitos son fundamentales a lo largo de todo el ciclo vital. De hecho, las personas que los practican presentan hasta cuatro veces menos probabilidades de desarrollar discapacidades en la vejez, en comparación con quienes fuman, consumen alcohol en exceso, llevan una vida sedentaria y presentan obesidad. Además, en quienes mantienen estilos de vida saludables, la aparición de posibles discapacidades tiende a postergarse entre 7 y 12 años, en promedio.
Otro aspecto fundamental del envejecimiento activo es el componente cognitivo. Esto hace referencia a la importancia de mantener una educación continua, fomentar una alta actividad intelectual y participar en entrenamientos dirigidos al fortalecimiento de la memoria. Diversos estudios señalan que el analfabetismo y los bajos niveles educativos son factores determinantes en el declive cognitivo, e incluso en la aparición de demencia. Esta última se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones intelectuales, afectando la memoria, el lenguaje, la capacidad de razonamiento, la orientación temporal y espacial, el reconocimiento de lugares, objetos y personas, así como el comportamiento general.
Para prevenir este tipo de deterioro, se destaca la relevancia de la estimulación cognitiva a través de actividades como resolver crucigramas, jugar ajedrez, dominó o cartas, practicar la escritura —por ejemplo, mediante la redacción de informes—, así como mantener una actitud cordial y optimista. El estrés crónico y una disposición negativa también se han asociado con un envejecimiento menos favorable. Finalmente, no deben subestimarse los beneficios del ejercicio físico regular y una alimentación balanceada, pilares igualmente esenciales para la salud cognitiva a lo largo del tiempo.
La práctica
Ahora que comprendemos la importancia de estos factores, es fundamental entender que no basta con promover su incorporación en la vida de los adultos mayores. Adoptar y mantener estos hábitos requiere fuerza de voluntad, constancia y un alto nivel de compromiso. En ese sentido, estos comportamientos saludables también dependen de componentes psicológicos como la autorregulación, el manejo emocional y la motivación, destacando elementos clave como la autoeficacia y el autocontrol.
Por ello, el acompañamiento psicológico cobra un rol crucial en esta etapa de la vida, ya que facilita el desarrollo de estas capacidades internas y fortalece el camino hacia un envejecimiento activo y, en consecuencia, exitoso
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