Cuando el amor duele más de lo que cura: saber hasta dónde quedarnos
- Aldana Regalado Mujica
- 3 jul
- 1 Min. de lectura
Hoy reflexiono sobre ese instante en que el afecto deja de cuidar y comienza a dañar.

Laura Spoya, figura televisiva peruana, lo vivió en carne propia. En mayo de 2025, confirmó entre lágrimas en su pódcast que se separaba de su esposo “por el amor a mis hijos” y su bienestar familiar; subrayó que no habrá reconciliación y pidió discreción para proteger a los suyos.
Me viene a la mente una frase del psicólogo Walter Riso:
“Ama cuando estés listo, no cuando estés solo”
Seguir “por costumbre” o por miedo a la soledad no es amor: es una forma de huir.
Fluyendo desde ese punto, te comparto algunos consejos que pueden ayudarte a tomar decisiones conscientes:
La dependencia emocional no es amor. Amar no es vaciarse, sino conectar desde tu plenitud. Si estás por miedo a la soledad, no estás eligiendo amar, estás eligiendo evitar.
Preservar tu identidad es esencial. Si perdiste tus pasiones, amistades o tu estilo de vida, detente y pregunta: ¿qué estoy sacrificando y por qué?
Con hijos de por medio, los límites cobran fuerza. Definir el bienestar familiar con claridad transmite estabilidad y un modelo emocional saludable.
Separarse puede ser un acto de amor consciente. No es rendirse, es optar por la paz emocional, la salud propia y la coherencia ante los demás.
En definitiva, soltar cuando el amor duele más de lo que cura es un gesto auténtico de amor propio, respeto y valentía.
Mantener tu identidad y tus límites no solo es amor propio: es un legado emocional para los que lleguen después de tí.
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