La culpa por descansar: el lado oscuro de la cultura de la productividad
- Deborah Astengo

- 12 sept
- 2 Min. de lectura
En una sociedad que exalta el hacer constante, descansar puede sentirse como un lujo innecesario o incluso como una falla personal.

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En la actualidad, muchas personas experimentan culpa al descansar, aunque su cuerpo y mente lo necesiten. Esta sensación responde a un fenómeno cada vez más estudiado: la cultura de la productividad. Se trata de una corriente social que valora el hacer por encima del ser, y que promueve la idea de que el tiempo libre solo se justifica si es “productivo”.
La psicóloga clínica peruana Zulita Dioses, especialista en salud mental y bienestar, señala que este patrón se arraiga desde la infancia. “Muchos fuimos educados con frases como ‘el que madruga, Dios lo ayuda’ o ‘descansar es perder el tiempo’. Así, crecemos asociando valor personal con rendimiento”, indica.
¿Por qué nos cuesta tanto parar?
El problema no es descansar, sino sentir que no deberíamos hacerlo. Según un estudio publicado en The Journal of Occupational Health Psychology, muchas personas que intentan relajarse experimentan pensamientos intrusivos de culpa y ansiedad, lo cual anula los beneficios del descanso y alimenta un círculo vicioso de agotamiento.
Esta constante autoexigencia también está ligada a lo que la psicóloga estadounidense Brené Brown denomina como “fatiga del merecimiento”: la idea de que hay que ganarse el descanso, y solo después de cumplir una cuota de productividad.
En países como Perú, donde el 63% de trabajadores afirma sentirse emocionalmente agotado según cifras del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (2024), la falta de pausas reales impacta negativamente en la salud física y mental.
El descanso no es un premio: es una necesidad
Uno de los principales errores culturales es ver el descanso como una recompensa y no como parte del equilibrio humano. La psicoterapeuta española Patricia Ramírez explica que “no somos máquinas. Nuestra mente necesita pausas para procesar, para crear y para recuperar”.
En esa línea, estudios de la Universidad de Harvard evidencian que los períodos de inactividad cerebral favorecen el pensamiento creativo y la toma de decisiones, además de mejorar la concentración a largo plazo.
Descansar es también una forma de productividad, aunque no sea cuantificable en resultados inmediatos.
Reaprender a descansar: consejos prácticos
Romper con la culpa por descansar requiere una reeducación emocional y mental. Algunos especialistas proponen:
Agendar el descanso como parte del día. No solo cuando “sobra” tiempo.
Practicar la autoobservación. Preguntarse: ¿estoy cansado o me exijo seguir por costumbre?
Normalizar espacios de ocio sin culpa. Ver una serie, caminar sin rumbo o simplemente no hacer nada, también son formas de cuidado.
Cuestionar la narrativa interna. Si el diálogo interno juzga el descanso, replantearlo: “Descansar me permite rendir mejor después”.
Un descanso sin culpa es un acto de salud
“La verdadera productividad no nace del agotamiento, sino del equilibrio”, concluye Zulita Dioses. Recuperar el valor del descanso no es un acto de rebeldía, sino una necesidad para construir una vida más sostenible y sana, en un mundo que nos impulsa a correr sin freno. Aprender a detenernos sin sentir vergüenza es, hoy más que nunca, un acto de valentía.
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