¿Te cuesta pedir ayuda? El orgullo emocional que impide sanar
- Deborah Astengo

- 11 ago.
- 2 Min. de lectura
En una sociedad que aplaude la autosuficiencia y la fortaleza individual, pedir ayuda puede percibirse como debilidad.

Foto: Freepick
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Pedir ayuda debería ser un acto natural, pero para muchas personas resulta incómodo, humillante o incluso impensable. Esta resistencia no siempre responde a falta de redes de apoyo, sino a un mecanismo interno más complejo: el orgullo emocional, entendido como la necesidad de mantener una imagen de control y fortaleza, aun a costa del sufrimiento personal.
De acuerdo con la American Psychological Association (APA), el orgullo mal gestionado puede convertirse en una forma de autodefensa ante la vulnerabilidad emocional, reforzada por mensajes sociales como “no muestres debilidad” o “puedes solo”.
“El orgullo emocional es una forma de protección: muchas personas han aprendido que mostrar necesidad las expone al rechazo o la humillación, por lo tanto prefieren no hacerlo, aunque eso implique continuar en el malestar”, explica la psicóloga clínica peruana Andrea Chávez, especialista en relaciones interpersonales y trauma.
¿Por qué evitamos pedir ayuda?
Numerosos factores influyen en esta dificultad. Algunos de los más frecuentes incluyen:
Creencias de autosuficiencia extrema (“si no lo hago yo, nadie más lo hará”).
Miedo al juicio o a ser visto como débil.
Experiencias pasadas de abandono o rechazo.
Educación basada en el sacrificio o la negación de las emociones.
Idealización del “aguante” como virtud.
Un estudio del Journal of Counseling Psychology (2022) concluyó que las personas con altos niveles de autoexigencia y perfeccionismo tienen más dificultad para reconocer que necesitan apoyo emocional, incluso cuando experimentan ansiedad o depresión.
En el Perú, datos recogidos por el Ministerio de Salud muestran que más del 60% de personas que viven con síntomas depresivos o ansiosos no buscan ayuda profesional por vergüenza o miedo a la estigmatización.
Consecuencias de no pedir ayuda a tiempo
Evitar pedir ayuda no solo prolonga el malestar emocional, sino que también puede profundizar los cuadros clínicos y dificultar la recuperación. Algunas consecuencias comunes son:
Aislamiento emocional y sensación de incomprensión.
Aumento de síntomas como ansiedad, insomnio o irritabilidad.
Relaciones deterioradas por falta de apertura emocional.
Mayor riesgo de desarrollar trastornos depresivos o de estrés.
“Cuando una persona no pide ayuda por orgullo, está sosteniendo sola un peso que no le corresponde. Con el tiempo, esto puede pasar factura tanto a nivel físico como psicológico”, advierte Chávez.
¿Cómo empezar a romper el orgullo emocional?
Romper con este patrón no es fácil, pero sí posible con autocompasión y acompañamiento. Algunas claves para iniciar el cambio:
Reconocer que pedir ayuda no es signo de debilidad, sino de valentía.
Aceptar que no puedes ni debes resolver todo en soledad.
Practicar la vulnerabilidad progresiva: expresar poco a poco lo que sientes.
Reformular tus creencias sobre el valor personal y el merecimiento.
Buscar espacios seguros, como terapia, grupos de apoyo o personas de confianza.
En Perú, programas como Habla Franco del Ministerio de Salud, y ONGs como Psicólogos Sin Fronteras, ofrecen acompañamiento gratuito o de bajo costo para quienes desean comenzar un proceso de sanación emocional.
“Sanar también es dejarse sostener. Aprender a pedir ayuda puede marcar la diferencia entre sobrevivir y vivir plenamente”, concluye la especialista.
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