Así fue como Erin Patterson envenenó a su familia durante la cena
- Redacción Qhali
- 5 ago
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"Lo supe", expresó el Dr. Chris Webster, al recordar la cruda verdad detrás del "sustancioso almuerzo de solomillo" que costó tres vidas y casi cobra una cuarta. Su testimonio fue crucial en la condena de Erin Patterson por preparar la cena con hongos tóxicos.

En julio de 2023, Erin Patterson sirvió un almuerzo que contenía hongos venenosos mortales. Un jurado la declaró culpable del asesinato de sus suegros, Don y Gail Patterson (ambos de 70 años), y de la hermana de Gail, Heather Wilkinson (66). También fue hallada culpable de intentar asesinar al pastor local Ian Wilkinson, esposo de Heather, quien logró recuperarse tras semanas de un arduo tratamiento hospitalario. La historia, que acaparó titulares internacionales, es un sombrío recordatorio de cómo la toxicidad de la naturaleza puede ser usada con fines letales.
El Dr. Webster y su equipo, pensando inicialmente en una intoxicación alimentaria común. Heather, aún lúcida, le había contado al médico sobre la tarde en casa de Erin, e incluso le había dicho que el solomillo estaba "delicioso". Esta información, sumada a la sospecha inicial, llevó al doctor a tomar muestras de sangre y enviarlas a analizar, conectando a los Wilkinson a una sonda intravenosa por precaución.
La revelación llegó con una llamada telefónica. El médico que atendía a Don y Gail Patterson en el hospital de Dandenong, a unos 90 minutos de distancia, confirmó las peores sospechas del Dr. Webster: "No era la carne, eran las setas", le dijo, y sus pacientes estaban al borde de una "caída irreversible hacia la muerte". La noticia, según el doctor, le "revolvió el estómago". Este giro de los acontecimientos obligó a un cambio inmediato en la estrategia de tratamiento, enfocándose en intentar salvar los hígados de los pacientes y preparándolos para un traslado a un hospital de mayor complejidad.
Fue en ese momento crítico cuando Erin Patterson apareció en el hospital de Leongatha. A través de una ventana de seguridad, una mujer le dijo al Dr. Webster que creía tener gastroenteritis. "Yo le dije: Espere, ¿Cómo se llama?" Y ella respondió: "Erin Patterson". Fue entonces cuando "cayó en la cuenta, era la chef".
Conociendo a la chef Erin
Al abrirle la puerta, el Dr. Webster le comunicó directamente sus sospechas sobre una intoxicación mortal por hongos venenosos y le preguntó por el origen de los hongos. La respuesta de Erin fue una palabra que resonó con incredulidad: "Woolworths", un conocido supermercado australiano con estrictas normas de seguridad alimentaria.
Dos detalles, según el Dr. Webster, lo convencieron de la culpabilidad de Patterson en ese instante. Primero, la inverosimilitud de su respuesta. Era altamente improbable que hongos venenosos mortales se obtuvieran de una cadena de supermercados; si hubiera admitido haberlos recogido, una práctica común en la zona, habría sido más creíble y menos sospechosa. Segundo, la falta de preocupación por parte de Erin, a pesar de estar a pocos metros de sus familiares gravemente enfermos, a quienes, según ella, quería mucho. "No sé si siquiera se fijó en que estaban allí", afirmó el doctor, destacando una desconexión que le pareció profundamente inquietante.
Preocupado, el Dr. Webster tomó la decisión de contactar a la policía. "Soy el doctor Chris Webster, del hospital de Leongatha. Estoy preocupado por una paciente que vino, pero abandonó el edificio y podría estar expuesta a una toxina mortal por intoxicación con hongos", se le escucha decir en la grabación de la llamada, reproducida durante el juicio. Su preocupación era palpable: "¿Se levantó y se fue?", le preguntaron. "Solo estuvo aquí cinco minutos", respondió Webster.
El final de Erin
Erin Patterson regresó al hospital por voluntad propia antes de la llegada de la policía. El Dr. Webster intentó convencerla de que trajera a sus hijos, quienes, según ella, habían comido sobras. "A ella le preocupaba que se asustaran", declaró el doctor en el juicio. "Le dije que podían estar asustados y vivos, o muertos". Erin alegó haber estado abrumada y sentir que el médico le estaba "gritando", aunque ahora reconoce que esa era su "voz normal". Los exámenes médicos a Erin y a sus hijos no mostraron signos de intoxicación, y fueron dados de alta tras 24 horas de observación.
Dos años después, el veredicto de culpabilidad le produjo un temblor al Dr. Webster, quien fue un testigo clave. Expresó su "alivio" al haber contribuido a que Erin Patterson, a quien él llama "la definición del mal", rindiera cuentas. "Siento que se hizo justicia". La mayor resolución, sin embargo, la encontró al ver a Ian Wilkinson, el único sobreviviente, de pie y recuperado. "Ese recuerdo de Heather siendo llevada de esa manera, ahora se completa al ver a Ian de nuevo de pie", concluyó el doctor. "Eso me reconfortó"
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