Círculos de mujeres: una herramienta de sanación colectiva para adolescentes y jóvenes
- Redacción Qhali

- 4 jun
- 2 Min. de lectura
Estos espacios de conversación y acompañamiento emocional están cobrando fuerza entre las nuevas generaciones.

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En los últimos años, los círculos de mujeres se han multiplicado en distintos países como una forma de reconectar emocionalmente, sanar heridas colectivas y compartir experiencias desde la empatía y la escucha activa. Aunque surgieron como espacios entre adultas, hoy muchas adolescentes y jóvenes están encontrando en ellos una herramienta de contención emocional y crecimiento personal.
“Un círculo es un espacio donde no se juzga, no se aconseja y no se interrumpe. Se escucha con el corazón y se habla con autenticidad”, explica la terapeuta estadounidense Jean Shinoda Bolen, pionera en promover los círculos de mujeres como forma de sanación comunitaria.
En Perú, más jóvenes buscan espacios de contención
En ciudades como Lima, Cusco, Arequipa o Trujillo, diversas organizaciones y profesionales han comenzado a implementar círculos de mujeres adolescentes en colegios, centros comunitarios y espacios terapéuticos.
La necesidad no es menor: según un estudio del Ministerio de Salud del Perú, el 70 % de adolescentes mujeres reportan haber sufrido al menos un episodio de ansiedad en el último año, y muchas de ellas no encuentran un entorno seguro para expresarse.
“El círculo permite que una chica diga ‘no estoy bien’ sin sentirse sola o rara. Cuando escucha a otra contar algo similar, se genera una conexión poderosa”, comenta Patricia Meza, psicóloga educativa y facilitadora de círculos juveniles en Lima.
Lo colectivo como medicina
La lógica del círculo rompe con el enfoque individualista que muchas veces prima en la atención psicológica tradicional. Aquí, la sanación ocurre en comunidad, con el sostén emocional del grupo y sin jerarquías.
Un estudio de la Universidad de British Columbia en Canadá reveló que las jóvenes que participaron en círculos de mujeres durante seis meses presentaron mejoras significativas en autoestima, regulación emocional y habilidades sociales, en comparación con grupos de control que no participaron en estas dinámicas.
Círculos realizados en contextos rurales también han demostrado ser efectivos para tratar traumas colectivos, violencia de género y falta de autoestima, según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
¿Qué se hace en los círculos?
Aunque cada facilitadora adapta el enfoque, muchos círculos de mujeres jóvenes comparten dinámicas como:
Rondas de palabra y escucha sin interrupciones.
Ejercicios de escritura emocional o arteterapia.
Meditaciones guiadas y respiración consciente.
Compartir experiencias sin juicio ni solución inmediata.
Rituales simbólicos de cierre para integrar lo compartido.
“No se trata de dar consejos, sino de acompañar. De mirar con ternura nuestras historias y darnos cuenta de que no estamos solas”, señala Rocío García, terapeuta corporal y facilitadora de círculos para adolescentes en Cusco.
En un entorno marcado por el estrés académico, las redes sociales, la comparación constante y las inseguridades típicas de la adolescencia, los círculos se vuelven un bálsamo emocional y una forma de volver a sentirse parte de algo más grande.
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