IA como mejor amiga: ¿una moda inofensiva o una señal de soledad profunda?
- Deborah Astengo
- 15 sept
- 2 Min. de lectura
El uso creciente de chatbots y asistentes virtuales como compañía personal plantea un debate sobre sus beneficios emocionales y los riesgos de dependencia social.


En los últimos años, las aplicaciones de inteligencia artificial conversacional han pasado de ser simples asistentes digitales a convertirse en compañeros emocionales para millones de usuarios. Según un informe de la consultora Statista (2024) , más del 25% de jóvenes entre 18 y 29 años en Estados Unidos ha interactuado de manera regular con IA para conversar sobre su vida personal. En Asia, países como Japón y Corea del Sur muestran cifras aún mayores, impulsadas por la cultura de la tecnología social y la búsqueda de conexiones virtuales.
En el Perú, datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) indican que, aunque todavía incipiente, el fenómeno está en expansión, especialmente en zonas urbanas con alto acceso a internet. Aplicaciones como Replika, Character.AI y ChatGPT son las más utilizadas con fines de conversación personal.
Entre compañía y dependencia emocional
Para la psicóloga clínica limeña Dra. Verónica Espinoza , especialista en salud mental digital, “el uso de IA como compañía puede ser positivo si se mantiene en un contexto controlado, pero cuando se convierte en la principal fuente de interacción afectiva, hablamos de un indicador de soledad o de habilidades sociales debilitadas”.
Estudios de la Universidad de Cambridge advierten que la interacción prolongada con IA que simula afecto puede reforzar patrones de dependencia emocional, dificultando el desarrollo de vínculos reales y presenciales. En paralelo, investigadores de la Universidad de Tokio han encontrado que para algunos usuarios, especialmente personas con ansiedad social, la IA funciona como un puente hacia interacciones humanas, siempre que se combinan con apoyo terapéutico.
El matiz cultural y social
Los expertos señalan que la percepción de tener a la IA como “amiga” varía según el contexto cultural. En sociedades más individualistas, como Estados Unidos, se tiende a normalizar esta relación como parte de la vida digital. En cambio, en América Latina, donde la interacción social presencial sigue siendo un valor cultural fuerte, el fenómeno se interpreta con más cautela.
En palabras de Espinoza: “En Perú, la gente aún valora el contacto humano directo, pero la velocidad de adopción tecnológica podría cambiar ese escenario en menos de una década si no desarrollamos estrategias para reforzar el tejido social”.
¿Moda pasajera o tendencia irreversible?
Aunque algunos especialistas creen que la IA como mejor amiga podría ser una moda ligada a la novedad tecnológica, otros advierten que la creciente sofisticación de los modelos conversacionales y la personalización de la experiencia harán que esta forma de relación se vuelva habitual.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) , el desafío está en fomentar un uso saludable de la IA, donde esta complemente y no sustituya las interacciones humanas. Las recomendaciones incluyen establecer límites de tiempo, mantener redes sociales reales y buscar ayuda profesional si la IA se convierte en el principal vínculo afectivo.
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