La dieta y el riesgo de la depresión: ¿Cómo los métodos para perder peso afectan tu salud mental?
- Redacción Qhali
- 26 may
- 3 Min. de lectura
El enfoque saludable para perder peso no solo protege tu cuerpo, sino también tu bienestar emocional.

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Perder peso es una meta común para millones de personas, ya sea por razones de salud o por presión estética. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que la manera en que se intenta alcanzar este objetivo puede tener un profundo impacto en la salud mental. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Harvard, quienes consumen nueve o más porciones diarias de alimentos ultraprocesados tienen un 49% más de riesgo de desarrollar depresión en comparación con quienes consumen menos de cuatro.
Esta evidencia coincide con lo reportado por la plataforma Psicología y Mente, que advierte que no todos los métodos para bajar de peso son iguales: algunos pueden ser aliados del bienestar emocional, mientras que otros, especialmente los más agresivos, pueden disparar el riesgo de trastornos como la depresión y la ansiedad.
El lado oscuro de las dietas extremas
La cultura de las redes sociales y la presión por alcanzar ciertos estándares de belleza han llevado a muchas personas a adoptar estrategias de pérdida de peso rápidas y radicales. Sin embargo, métodos como el uso de pastillas para adelgazar, saltarse comidas, inducirse el vómito o consumir exclusivamente fórmulas líquidas pueden tener un costo elevado en la salud emocional.
Un estudio realizado con más de 9,000 adultos en EE.UU., publicado por la revista Obesity, clasificó los métodos de adelgazamiento en dos grupos: saludables y perjudiciales. El primer grupo incluía el ejercicio regular, una alimentación rica en frutas, verduras y alimentos bajos en calorías. El segundo abarcaba prácticas extremas y restrictivas.
Los resultados fueron claros: quienes adoptaban estrategias saludables presentaban 39% menos probabilidades de sufrir depresión. En cambio, aquellos que recurrían a métodos perjudiciales, como vómitos autoinducidos o laxantes, duplicaban o triplicaban su riesgo de presentar síntomas depresivos.
El estudio también descubrió un efecto acumulativo positivo: las personas que combinaban varias prácticas saludables reportaban menos síntomas depresivos. Por el contrario, quienes sumaban tres o más métodos extremos mostraban un riesgo casi tres veces mayor de desarrollar depresión que aquellos que no empleaban ninguno.
¿A quiénes afecta más?
El impacto de estos métodos no es igual para todos. Las mujeres, personas con bajo nivel educativo o en situación de pobreza tienden a beneficiarse más de las estrategias saludables, tanto en términos físicos como emocionales. En contraste, los hombres jóvenes, especialmente aquellos sin enfermedades crónicas, son más vulnerables a sufrir consecuencias mentales negativas cuando eligen métodos extremos.
Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio fue la relación entre el fracaso en perder peso y el deterioro del bienestar mental. Cuando las personas no obtienen los resultados esperados tras seguir dietas extremas, la frustración y la sensación de fracaso incrementan los síntomas depresivos, generando un ciclo difícil de romper: el malestar emocional dificulta adoptar hábitos saludables sostenibles, y esto a su vez refuerza la insatisfacción.
La forma en que se busca perder peso importa tanto como el objetivo mismo. Los expertos coinciden en que adoptar un enfoque equilibrado —basado en la alimentación saludable, el ejercicio regular y el autocuidado emocional— no solo es más efectivo a largo plazo, sino que también protege la salud mental.
Frente a la creciente presión social por cambiar la apariencia física, es fundamental priorizar un bienestar integral. Bajar de peso no debe ser una meta a costa de la salud emocional.
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