La paradoja de la demencia: cada vez se diagnostica menos, pero más personas conviven con ella
- Redacción Qhali
- 20 jun
- 3 Min. de lectura
Aunque los casos nuevos disminuyen, el número total de personas que viven con demencia sigue creciendo. ¿A qué se debe esta contradicción?.


En los últimos años, la demencia se ha convertido en una de las principales preocupaciones de salud pública a nivel mundial. Se trata de un síndrome que afecta la memoria, el pensamiento y la autonomía, con un impacto profundo tanto en quienes la padecen como en sus familias.
Con el envejecimiento global de la población, lo lógico sería pensar que cada vez hay más diagnósticos nuevos. Sin embargo, un estudio desarrollado en Estados Unidos plantea un escenario mucho más complejo.
Los casos nuevos bajan, pero la enfermedad sigue creciendo
La investigación, basada en más de 25 millones de personas mayores afiliadas a Medicare entre 2015 y 2021, encontró un fenómeno que desconcierta a los especialistas: la incidencia de nuevos diagnósticos de demencia ha disminuido (del 3,5% al 2,8%), pero la cantidad total de personas que viven con esta condición ha aumentado (del 10,5% al 11,8%).
Es decir, cada vez menos personas son diagnosticadas por primera vez, pero más personas están conviviendo con la enfermedad. Este contraste, que a primera vista parece una contradicción, tiene varias explicaciones posibles y plantea desafíos urgentes.
¿Por qué están bajando los diagnósticos de demencia?
Una de las razones más destacadas es que la prevención parece estar funcionando. Hábitos saludables como alimentarse bien, mantenerse físicamente activo, controlar la presión arterial, evitar el tabaco y ejercitar la mente están ayudando a reducir el riesgo de desarrollar demencia. También se ha identificado que una mayor educación y estimulación cognitiva aumentan lo que se conoce como "reserva cognitiva", una especie de protección cerebral contra el deterioro.
Por otro lado, es posible que muchos casos ya hayan sido detectados de forma más temprana en años anteriores, gracias a campañas de concienciación y mejoras diagnósticas, lo que habría generado un pico de diagnósticos que ahora empieza a estabilizarse.
También existen factores que podrían estar afectando la recolección de datos. No todas las personas acceden a un diagnóstico formal, sobre todo si presentan síntomas leves, si hay barreras culturales o económicas, o si se asume erróneamente que el deterioro es parte natural de envejecer. Además, la pandemia de COVID-19 probablemente retrasó muchas evaluaciones médicas, afectando las cifras de los últimos años.
Las razones del aumento en personas que conviven con demencia
El aumento en el número total de personas con demencia se explica, en parte, porque estas viven más tiempo tras ser diagnosticadas. Los avances en atención médica, el control de enfermedades asociadas y los cuidados prolongados permiten que los pacientes mantengan una mayor calidad de vida durante más años. A esto se suma el hecho de que la población está envejeciendo. Con más personas mayores en el mundo, la cantidad de individuos en riesgo de desarrollar demencia también crece.
Además, muchas personas con esta condición logran mantenerse en casa o en centros especializados durante más tiempo, gracias al apoyo de cuidadores, familiares o servicios asistenciales. Esto, aunque es una buena noticia en términos de calidad de vida, representa un enorme reto para los sistemas de salud, que deben estar preparados para ofrecer un cuidado prolongado y especializado.
¿Quiénes son los más afectados y por qué?
Más allá de las cifras, el estudio también reveló una gran desigualdad en la forma en que la demencia afecta a distintos grupos. Las mujeres, por ejemplo, presentan mayores tasas, en parte porque viven más tiempo, pero también por posibles factores biológicos y sociales. Asimismo, las personas negras, hispanas o de bajos recursos tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad.
Estas diferencias reflejan desigualdades estructurales: menor acceso a servicios médicos, educación de calidad, atención preventiva y condiciones de vida saludables. También influyen las barreras culturales y lingüísticas, que dificultan el diagnóstico temprano y el acceso al tratamiento.
¿Qué nos deja esta paradoja?
La demencia es una realidad creciente que no se resuelve solo con detectar menos casos nuevos. El verdadero reto está en garantizar que todas las personas que conviven con esta condición reciban el diagnóstico, el tratamiento y el cuidado que necesitan, sin importar su origen o condición social.
Invertir en prevención, mejorar el acceso a servicios de salud, apoyar a los cuidadores y fomentar una sociedad más empática e informada son pasos clave para enfrentar el futuro de la demencia. Porque vivir más no siempre significa vivir mejor, y hoy más que nunca, necesitamos sistemas de salud que estén a la altura de ese desafío.
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