La paradoja de la felicidad obligatoria: ¿por qué fingimos estar bien?
- Deborah Astengo

- 9 jul
- 3 Min. de lectura
En una cultura que valora el optimismo constante, muchas personas se sienten presionadas a ocultar su malestar.

Foto: Freepick
ESTE ES UN JUEGO INTERACTIVO QUE RESUME LA NOTA DE ABAJO. JUEGA Y DESCUBRE DE QUÉ SE TRATA.
En redes sociales, en el trabajo o incluso en la vida familiar, existe una creciente presión por mostrar siempre una actitud positiva, incluso cuando internamente se atraviesa dolor o agotamiento. Esta tendencia, conocida como “positividad tóxica” o “felicidad obligatoria”, puede llevar a las personas a negar, reprimir o minimizar sus emociones reales por miedo al rechazo o a parecer débiles.
“Hemos normalizado frases como ‘tienes que ser fuerte’ o ‘piensa en lo bueno’, pero muchas veces eso impide que alguien exprese que está mal. La felicidad obligatoria silencia el dolor y alimenta una cultura de apariencia emocional”, explica la psicóloga clínica peruana Maricarmen León, especialista en salud emocional y duelo.
¿Qué es la positividad tóxica?
La positividad tóxica se refiere a la insistencia social o personal de mantener una actitud positiva en todo momento, incluso cuando la situación justifica el malestar emocional. Si bien el pensamiento positivo puede ser útil en ciertos contextos, llevado al extremo se convierte en una forma de invalidación emocional.
De acuerdo con un artículo de Psychology Today (2022), esta actitud puede generar una desconexión interna, ansiedad, culpa por sentirse mal y dificultad para pedir ayuda. Las personas afectadas suelen reprimir su tristeza, evitan hablar de sus problemas y sienten que deben mostrar siempre una sonrisa, incluso cuando están en crisis.
En Perú: emociones enmascaradas por estigmas sociales
En la cultura peruana, como en muchas otras de América Latina, persisten estigmas fuertes hacia la vulnerabilidad emocional. Según un informe del Ministerio de Salud del Perú (MINSA, 2023), más del 65% de jóvenes entre 18 y 30 años evita hablar de salud mental por temor a ser juzgado o percibido como débil.
Además, el discurso meritocrático —“si lo deseas, lo logras”— y la presión de mostrarse feliz en redes sociales intensifican este fenómeno. Se privilegia el éxito visible y la buena cara, mientras las emociones incómodas como la tristeza, la angustia o el vacío quedan relegadas o negadas.
“Vivimos en una sociedad donde ‘estar bien’ se ha convertido en una exigencia moral. Si te sientes mal, el entorno espera que ‘pongas de tu parte’ o ‘no te quejes tanto’, lo que profundiza el aislamiento emocional”, comenta León.
Consecuencias de fingir bienestar
Forzarse a estar bien o aparentarlo de forma constante no es inofensivo. Las consecuencias incluyen:
Aumento del estrés y la ansiedad al reprimir emociones reales.
Dificultades para establecer vínculos genuinos, por miedo a mostrarse vulnerable.
Somatización (dolores físicos sin causa médica aparente).
Desconexión emocional o sensación de vacío existencial.
Mayor riesgo de desarrollar depresión encubierta.
Una investigación de la American Psychological Association (APA) indica que expresar emocionalmente el malestar ayuda a reducir la carga psíquica y favorece el procesamiento de eventos difíciles. Fingir lo contrario solo posterga el sufrimiento.
¿Cómo salir del mandato de la felicidad?
Romper con la idea de que hay que estar bien todo el tiempo implica un cambio de mirada cultural y personal. Algunas claves para empezar:
Validar todas las emociones, no solo las “positivas”
Buscar espacios donde se pueda hablar con autenticidad
Permitir el malestar sin culpa ni justificación
Fomentar el descanso emocional y el autocuidado real (más allá del performance en redes)
Acudir a terapia psicológica para trabajar el perfeccionismo emocional o la autoexigencia extrema
“Estar triste también es humano. No hay fortaleza más grande que permitirse sentir lo que de verdad se siente, sin máscaras ni exigencias”, concluye la especialista.
%20-%20Editado.png)



Comentarios