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¿La piel también siente? Crean un adhesivo que reconoce tus emociones

  • Con sensores de alta tecnología y análisis por inteligencia artificial, este parche inteligente monitorea variables corporales y detecta emociones genuinas sin necesidad de hablar.

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Foto: Unsplash
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En abril del 2025, un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State) desarrolló un parche que monitorea señales fisiológicas y puede identificar emociones genuinas con una precisión cercana al 89%. Un avance que promete transformar la salud mental, el monitoreo remoto y la relación entre cuerpo y emoción.


Es un adhesivo tan delgado como una curita que, al colocarse en tu piel, puede leer lo que estás sintiendo. El parche, completamente flexible, recopila información sobre la temperatura de la piel, frecuencia cardíaca, niveles de oxígeno en sangre y humedad. Estos datos, interpretados por algoritmos de inteligencia artificial, permiten detectar emociones genuinas sin necesidad de verbalizarlas ni hacer gestos faciales.


Una de las claves del dispositivo es el uso de un sistema de inteligencia artificial entrenado para reconocer patrones fisiológicos asociados a distintos estados emocionales: ansiedad, calma, entusiasmo o tristeza, entre otros.

Durante las pruebas, el sistema logró una precisión del 88.83% al identificar emociones auténticas, superando métodos que dependen del análisis facial o de autoevaluaciones subjetivas.


“Las emociones no siempre se expresan de forma abierta. Este dispositivo permite acceder a señales auténticas directamente desde el cuerpo. Las expresiones pueden ocultarse o fingirse. Pero las señales del cuerpo no mienten”, explicó el profesor Huanyu ‘Larry’ Cheng, autor principal del estudio publicado en Nano Letters.

Aplicaciones dentro de la salud mental


Este tipo de tecnología tiene el potencial de ser una herramienta poderosa en el ámbito de la salud mental, permitiendo a psicólogos y médicos monitorear el estado emocional de los pacientes, incluso a distancia, en tiempo real. También se vislumbran usos en el desarrollo emocional infantil, en el entrenamiento de habilidades socioemocionales, en el diseño de tecnología afectiva y en el monitoreo de trabajadores en ambientes de alto estrés.


“No se trata de reemplazar la comunicación emocional, sino de complementarla con datos reales que nos ayuden a entendernos mejor”, concluye Cheng.

Chen indica que les interesa que sea accesible y adaptable a distintos contextos, desde clínicas rurales hasta el hogar de un paciente con ansiedad. Siendo así que por ahora, el dispositivo está en fase de laboratorio y no se comercializa, pero los investigadores ya están trabajando en mejorar su autonomía energética, reducir su costo y facilitar su integración con teléfonos inteligentes.


Este avance representa un paso más hacia una tecnología más empática y personalizada. En un mundo donde el cuidado de la salud mental es cada vez más urgente, contar con herramientas que conecten biología y emoción puede marcar una diferencia real, capaz de escuchar lo que el cuerpo dice cuando las palabras no alcanzan. Y aunque aún queda camino por recorrer antes de que este tipo de dispositivos se comercialicen masivamente, los resultados son prometedores.


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