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Miedo al juicio en el deporte: cómo entrenar la mente para vencer el bloqueo

  • La ansiedad por el qué dirán puede convertirse en el mayor rival dentro de la cancha. Pero, con el enfoque adecuado, se puede transformar en crecimiento.

jucio en el deporte
Foto: Freepik

Imagina a un joven con talento natural para el fútbol. Energía de sobra, ganas de mejorar y un entusiasmo contagioso en cada entrenamiento. Pero al llegar el momento decisivo, justo antes de patear al arco y meter el gol, algo se rompe. No es la técnica. Es el miedo. Un temor que no se origina en el fallo mismo, sino en las consecuencias emocionales de fallar: el juicio, las miradas, los comentarios. "Si fallo, van a pensar que no sirvo", llegó a decir. Así, su peor rival no estaba frente a él, sino en su propia mente.


Un estudio publicado por la Universidad Científica del Sur en Perú encontró que muchos deportistas universitarios experimentan niveles significativos de ansiedad durante las competencias, lo que afecta su rendimiento y bienestar emocional. Y esta situación no es exclusiva de nuestro país: a nivel mundial, se ha reportado que el 31.7% de los atletas experimentan síntomas de depresión, mientras que un 18.8% presentan ansiedad general, incluyendo un 12.9% en niveles moderados y un 5.9% en niveles severos según el portal web National Geographic. Estos números confirman que la presión mental en el deporte es un fenómeno global que exige atención y estrategias concretas para ayudar a quienes compiten bajo tanta exigencia.



Tu peor rival está en tu cabeza

Uno de los principales bloqueos en el deporte y en la vida es el diálogo interno negativo. En este caso, repetirse a uno mismo frases como "no soy lo suficientemente bueno", "voy a decepcionarlos" o "mejor no lo intento". Pensamientos que no solo reducen el rendimiento, sino que alimenta una ansiedad constante por la validación ajena.


A través del coaching deportivo, comienza un cambio profundo: entrenar tu mente como entrenas tu cuerpo. Se trata de reemplazar esos mensajes dañinos por otros más compasivos y realistas: "estoy aprendiendo", "errar es parte del proceso", "tengo derecho a equivocarme". Poco a poco, con esa nueva voz interior se fortalece el cuerpo y mente.


Cada fallo te entrena

El siguiente paso es clave: resignificar el error. En lugar de verlo como una amenaza a tu valor personal, aprende a interpretarlo como una fuente de información.


Después de cada tiro fallido, analiza con curiosidad, no con juicio: ¿cómo estaba posicionado?, ¿en qué pensé antes de patear?, ¿dónde sentí la tensión? Esta observación consciente transforma el fallo en aprendizaje. Además, comparar tus errores con los de jugadores profesionales ayuda a entender una gran verdad: incluso los mejores fallan, y mucho.


Herramientas mentales para jugar con libertad

El coaching también incorpora técnicas prácticas, como el anclaje de la Programación Neurolingüística (PNL): vincular una sensación positiva a un gesto físico (por ejemplo, tocarse el pecho con la mano). Así, poder activar una emoción de seguridad en momentos de tensión.


Otra estrategia poderosa son las visualizaciones. No solo imaginar tiros exitosos, sino también fallos y una capacidad de recuperarse. Esa práctica reduce la ansiedad anticipatoria y da herramientas emocionales para cualquier escenario en el juego.


Del miedo al placer de jugar

El verdadero cambio no es solo técnico, sino personal. El deporte vuelve a ser una fuente de disfrute, no de estrés. Ya no se juega para complacer ni evitar críticas. Juegas para crecer, para superarse, para conectar contigo mismo. Lo importante desde hoy, es ya no bajar la mirada ante los desafíos. Porque aprendes que fallar no es el verdadero error. El verdadero error es dejar que el miedo decida por uno.


Si eres deportista y sientes que el juicio ajeno te paraliza, hazte estas preguntas:¿De quién es la voz que te estás creyendo?¿La tuya, o la de los demás? Recuerda que tu valor no depende de un acierto o un fallo.


Está en tu actitud, tu resiliencia y tu capacidad de seguir adelante. Entrenar la mente es tan necesario como entrenar el cuerpo. Y si cultivas tu voz interior con empatía, puede convertirse en tu mejor entrenador o entrenadora.


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