Más allá del arte: el teatro como terapia del alma
- Redacción Qhali
- 5 ago
- 2 Min. de lectura
Hoy en día cuesta expresarse lo que sentimos, el teatro presenta como un refugio. No solo entretiene, conecta, libera, transforma. Hoy más que nunca, necesitamos espacios donde podamos reencontrarnos con nosotros mismos. El escenario, muchas veces, puede ser ese lugar.
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El teatro no solo entretiene. También transforma. En los últimos años, psicólogos, terapeutas y educadores han reconocido el valor del arte dramático como una herramienta poderosa para cuidar la salud mental. Según la British Association of Dramatherapists, la dramaterapia puede mejorar la autoestima, regular las emociones y fomentar la expresión emocional, especialmente en personas con ansiedad, depresión o traumas. En un mundo cada vez más acelerado y demandante, el escenario se convierte en un refugio donde el cuerpo, la voz y la emoción encuentran su espacio para sanar.
El teatro como espejo emocional
Subirse a un escenario implica mucho más que interpretar un personaje. Es una experiencia que exige conexión con uno mismo y con los demás. A través del teatro, las personas pueden identificar y canalizar emociones reprimidas, explorar conflictos internos y comprender mejor sus pensamientos.
“Actuar permite acceder a emociones que muchas veces no se pueden expresar en la vida cotidiana”, señala la psicóloga y actriz argentina Daniela Févola.
Para quienes han vivido situaciones difíciles, representar personajes con historias similares puede generar un efecto catártico. Es una manera de tomar distancia del dolor y al mismo tiempo enfrentarlo, con seguridad y contención.
Beneficios emocionales y psicológicos
Libera tensiones y reduce el estrés
Mejora la salud mental y autoimagen
Fomenta la empatía al ponernos en los zapatos del otro
Mejora la seguridad y la expresión emocional
Dramaterapia: cuando el arte se vuelve terapia
La dramaterapia es una disciplina que integra técnicas teatrales con enfoques psicoterapéuticos. Se utiliza en contextos clínicos, educativos y comunitarios, y ha demostrado beneficios en pacientes con trastornos del estado de ánimo, adicciones, traumas e incluso enfermedades neurodegenerativas.
Un estudio publicado en Arts & Health Journal (2018) reveló que participar en sesiones regulares de teatro terapéutico redujo significativamente los niveles de ansiedad y mejoró el bienestar emocional de los participantes. Este enfoque ayuda a las personas a construir narrativas personales, resignificar sus experiencias y fortalecer su identidad.
El teatro como espacio de pertenencia
Además de su impacto individual, el teatro también tiene un profundo efecto colectivo. Al formar parte de un grupo teatral, las personas desarrollan vínculos, habilidades de comunicación, empatía y sentido de comunidad. Para quienes enfrentan aislamiento, duelo o baja autoestima, esta experiencia puede ser profundamente reparadora.
En palabras de Augusto Boal, creador del Teatro del Oprimido: “Todos somos actores. Ser ciudadano no es vivir en sociedad: es transformarla”. El teatro nos da herramientas para entendernos mejor y, al hacerlo, también nos da el impulso para cambiar.
El arte escénico es más que expresión artística: es un canal de autoconocimiento, resiliencia y sanación. En tiempos donde hablar de salud mental ya no es tabú, el teatro se presenta como una alternativa terapéutica poderosa y accesible, que devuelve al cuerpo y a la emoción el protagonismo que muchas veces se nos niega en la vida cotidiana. Porque a veces, representar una historia ajena nos permite comprender, aceptar y transformar la propia.
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