¿No encuentras trabajo?: El impacto de la falta de trabajo en nuestra salud mental
- Redacción Qhali

- 8 sept.
- 4 Min. de lectura
La búsqueda de empleo es un desafío para muchos, y en el contexto peruano actual, este proceso puede ser particularmente difícil y emocionalmente agotador. La incertidumbre, el rechazo y la presión social se combinan para crear un ambiente que impacta directamente en la salud mental de los jóvenes.


A menudo, las personas se sienten frustradas y angustiadas al no encontrar un trabajo, o al estar en uno que las hace sentir incómodas, lo que dificulta el proceso de encontrar un nuevo empleo. Esta situación genera una serie de pensamientos y sentimientos negativos que, según la psicóloga Katherine Díaz Uriarte, son cada vez más comunes.
Un mercado laboral más selectivo y competitivo
El mercado laboral en Perú se ha vuelto mucho más selectivo, lo que ha cerrado las oportunidades que antes existían. Esta situación ha contribuido al aumento de la informalidad y ha complicado la posibilidad de que los trabajadores se mantengan con un solo sueldo. Según Díaz Uriarte, muchas personas se ven obligadas a tener dos o incluso tres trabajos adicionales para poder cubrir sus gastos básicos y mantener a sus familias.
Además de la precaria situación salarial, el sistema exige una preparación constante que va más allá de un título universitario. La competencia es alta y se ha vuelto casi una norma tener una maestría, una especialidad y una marca personal sólida para aspirar a un buen sueldo. El conocimiento por sí solo ya no es suficiente; las empresas buscan candidatos que sepan de todo un poco y que se adapten a las demandas del mercado laboral. Esto genera una presión constante para adquirir nuevas habilidades, lo que contribuye al estrés y a la sensación de no ser suficiente.
Crisis económica y sobre exigencia laboral
Uno de los principales problemas que enfrenta la población, y que afecta su salud mental, es la situación económica. El miedo a no poder sobrevivir al día a día, a no tener para pagar el departamento, la comida o la educación de los hijos, genera una desesperación constante. En este contexto, la preocupación por la supervivencia económica se vuelve la prioridad, relegando la salud mental a un segundo plano. Para muchas personas, la idea de pagar un psicólogo se vuelve inalcanzable, ya que sus ingresos se destinan a necesidades básicas.
A esto se suma la realidad de la sobrepoblación en Lima y las limitadas oportunidades en provincias, lo que ha provocado una migración masiva a la capital en busca de mejores condiciones. La centralización de las oportunidades laborales en Lima genera un ambiente aún más competitivo y saturado.
Otro factor que contribuye al deterioro de la salud mental es la sobre exigencia laboral. Muchos trabajos requieren jornadas extensas de nueve o diez horas, a pesar de que las primeras cuatro o cinco horas son las más productivas. El sistema demanda que el trabajador se mantenga por más tiempo, generando cansancio físico, mental y emocional, a cambio de un sueldo que no compensa el esfuerzo realizado. Esto puede llevar a la infelicidad, incluso si se trabaja en algo que se disfruta. Además, un ambiente de trabajo tóxico, con jefes que tratan mal, chismes, o una competencia interna irracional, puede generar un agotamiento adicional al cansancio laboral.
¿Qué podemos hacer?
Ante este panorama, la psicóloga Katherine Díaz Uriarte enfatiza la importancia de que las personas tomen responsabilidad por su propio bienestar, incluso sin acceso a un profesional. El punto de partida es la introspección constante y la predisposición al cambio. La ayuda de un psicólogo es fundamental, pero el paciente es quien debe tomar la decisión de actuar y romper con patrones que le hacen daño.
Para superar esta resistencia, la especialista recomienda una serie de acciones prácticas:
Depurar lo que consumimos: Dejar de consumir contenido que no nos aporta, como noticias sensacionalistas o redes sociales que nos hacen sentir que no somos suficientes, y reemplazarlas por contenido que nos sume, como libros o podcasts sobre salud mental.
Elegir nuestras batallas: No perder tiempo y energía en discusiones innecesarias en redes sociales o en conflictos sin sentido que no van a cambiar la realidad. En su lugar, enfocarse en el crecimiento personal.
Practicar la introspección y el reconocimiento: Hacerse preguntas como "¿Qué me gustó del día de hoy?" o "¿Qué puedo cambiar para mañana?" y reconocer el esfuerzo diario. Esto ayuda a construir la fortaleza personal y a no perder el foco en los objetivos.
Establecer límites: Aprender a decir "no" en el trabajo, como no responder correos fuera del horario laboral, y dedicar tiempo a la vida personal y a los vínculos importantes, como la familia y los amigos.
Díaz Uriarte concluye que, aunque el sistema está diseñado para que no tengamos una buena salud mental, el cambio es posible. No es un cambio radical, sino un proceso gradual y constante. La clave está en aprender a manejar nuestras emociones, nuestros impulsos y nuestras necesidades, y en enfocarnos en lo que realmente importa en la vida: el bienestar personal y los vínculos humanos.
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