¿Por qué procrastinar también puede ser una señal de ansiedad?
- Deborah Astengo
- 20 jun
- 2 Min. de lectura
Aunque se suele asociar con flojera o desorganización, postergar tareas repetidamente puede ser un mecanismo de defensa ante el estrés, el miedo al fracaso o la sobreexigencia.
Foto: Freepick
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La procrastinación —el hábito de aplazar tareas importantes— suele juzgarse como falta de disciplina. Sin embargo, cada vez más investigaciones coinciden en que este comportamiento puede estar profundamente relacionado con la ansiedad y el malestar emocional.
Una investigación del Journal of Anxiety Disorders encontró que las personas con altos niveles de ansiedad social o ansiedad generalizada tienen mayor tendencia a procrastinar, no porque no deseen avanzar, sino porque las tareas pendientes activan pensamientos negativos como “no seré capaz” o “todo saldrá mal”.
La psicóloga clínica peruana Gabriela Mejía Delgado, especialista en trastornos de ansiedad y docente universitaria, explica:
“En consulta es común ver pacientes que dicen sentirse ‘perezosos’, pero cuando exploramos más, descubrimos que lo que hay detrás es una ansiedad anticipatoria que los bloquea. Temen equivocarse, decepcionar o no alcanzar un estándar autoimpuesto.”
Cómo identificar si tu procrastinación es síntoma de ansiedad
Aunque todos postergamos de vez en cuando, cuando la procrastinación se vuelve crónica y afecta tu calidad de vida, puede estar vinculada con una causa más profunda. Estas son algunas señales de alerta:
Postergar incluso tareas que te gustan o que sabes hacer bien.
Sentir culpa, angustia o pensamientos intrusivos mientras no las haces.
Experimentar síntomas físicos (como tensión muscular o taquicardia) al pensar en comenzar una tarea.
Necesitar condiciones “perfectas” para empezar (sin ruido, sin distracciones, en cierto horario).
Tener un discurso interno crítico o perfeccionista.
¿Por qué ocurre y cómo abordarlo?
Expertos en salud mental explican que esta forma de procrastinación es común en personas que han crecido con altas exigencias, o en entornos donde el error no era tolerado. También puede intensificarse en contextos laborales muy competitivos, como lo señala un informe del Colegio de Psicólogos del Perú, publicado en 2023, sobre salud mental en jóvenes profesionales.
¿Qué se recomienda? Algunos enfoques útiles incluyen:
Terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a reformular pensamientos automáticos y reducir la ansiedad.
Técnicas de exposición progresiva, como dividir tareas en partes pequeñas para empezar.
Mindfulness, que fortalece la atención en el presente y reduce la rumiación.
Planificación compasiva, estableciendo metas realistas y reconociendo avances sin juzgarte.
En un contexto social donde la productividad está sobrevalorada, es importante dejar de asociar la procrastinación con flojera o ineficiencia, y entender que muchas veces es el resultado de procesos mentales más complejos y dolorosos.
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