¿Por qué sigues eligiendo mal a tus parejas? La psicología lo explica
- Redacción Qhali
- 20 ago
- 2 Min. de lectura
Muchas personas repiten vínculos que terminan en decepción. Lejos de ser simple mala suerte, estas elecciones responden a patrones emocionales aprendidos desde la infancia.

Es común que, tras una ruptura, surja la pregunta: “¿Por qué siempre me pasa lo mismo?”. Una historia que inicia con ilusión y termina en decepción puede parecer un problema del presente, pero muchas veces tiene raíces en el pasado.
Según el portal especializado Psicología y Mente, nuestras elecciones afectivas pueden estar influenciadas por los vínculos que experimentamos en la infancia. La forma en que una persona fue cuidada, valorada o ignorada en sus primeros años puede incidir directamente en cómo se relaciona con los demás, especialmente al momento de elegir pareja.
Las elecciones vienen del pasado
Desde la psicología, se reconoce que los vínculos afectivos formados en la infancia pueden marcar profundamente la forma de relacionarse en la adultez. Cuando el entorno es seguro y amoroso, se fortalecen herramientas para establecer relaciones sanas. Pero si el afecto fue inestable, distante o condicionado, es posible que esas experiencias dejen heridas que influyan, de manera sutil o evidente, en los vínculos futuros.
Con el tiempo, esas huellas emocionales pueden transformarse en patrones inconscientes que guían las decisiones sentimentales. No siempre se elige desde el presente o desde el deseo consciente, sino desde necesidades afectivas que no llegaron a resolverse del todo.
Elegir desde la herida emocional

Muchas elecciones amorosas responden a carencias emocionales profundas. A veces, sin saberlo, se recrean dinámicas parecidas a las vividas en la infancia, incluso si generaron dolor o inseguridad. Así, el patrón se repite: distintas personas, pero las mismas sensaciones de abandono, miedo o confusión.
La mente suele buscar lo familiar, aunque eso implique volver a lo que hiere. Esta tendencia, aunque invisible a primera vista, puede afectar el bienestar emocional y dificultar la construcción de relaciones equilibradas y saludables.
El primer paso: reconocer
Identificar estos patrones es un primer paso hacia una mayor conciencia emocional. Acompañar este proceso con orientación profesional puede ser clave para entender el origen de ciertas conductas, trabajar en el vínculo con uno mismo y establecer nuevas formas de relacionarse.
Cambiar la forma de vincularse no depende únicamente de la voluntad, sino de una comprensión profunda del propio mundo emocional. El objetivo no es evitar el amor, sino construirlo desde el respeto, el autocuidado y la estabilidad emocional.
En resumen, comprender cómo las experiencias tempranas influyen en la vida amorosa no significa quedarse en el pasado, sino abrir la posibilidad de construir relaciones más conscientes. A través del autoconocimiento y el acompañamiento adecuado, es posible romper con los ciclos que dañan y abrir paso a vínculos más sanos y equilibrados.
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