Alexitimia: cuando las emociones no se sienten ni se expresan
- Redacción Qhali
- hace 4 días
- 3 Min. de lectura
Esta condición poco conocida impide identificar y expresar emociones, aunque es poco conocida, puede afectar profundamente el bienestar diario.

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La alexitimia es una condición psicológica caracterizada por la dificultad persistente para identificar, comprender y expresar emociones. Quienes la padecen no son personas frías ni indiferentes: son individuos atrapados en un silencio emocional, incapaces de traducir en palabras lo que ocurre en su interior.
Esta desconexión puede causar profundas dificultades en las relaciones interpersonales, en el manejo del estrés y en la salud mental general. De hecho, muchos describen su vida emocional como una “niebla constante” o un “vacío inexplicable”.
Un término con historia
El concepto de alexitimia fue introducido por el psiquiatra Peter Sifneos en 1973, quien la observó por primera vez en pacientes con trastornos psicosomáticos. La palabra proviene del griego a (sin), lexis (palabra) y thymos (emoción), lo que literalmente significa "sin palabras para las emociones".
Sifneos aclaró que la alexitimia no implica ausencia de emociones, sino la incapacidad para reconocerlas y verbalizarlas. Esto genera un “bloqueo” que impide procesar correctamente experiencias afectivas, lo que puede desencadenar consecuencias como ansiedad, depresión o incluso somatización del malestar.
¿Qué causa la alexitimia?
Se estima que entre el 10% y el 13% de la población mundial presenta algún grado de alexitimia, según estudios de la Universidad de Helsinki. Las causas son diversas y pueden incluir:
Factores genéticos y neurobiológicos: Investigaciones recientes han vinculado la alexitimia con una menor conectividad entre áreas cerebrales clave como la ínsula y el córtex prefrontal, esenciales para la percepción y regulación emocional.
Lesiones cerebrales: Daños en regiones como la ínsula anterior o el cuerpo calloso pueden desencadenar este trastorno. También puede observarse en personas con traumatismos craneales o accidentes cerebrovasculares.
Traumas y crianza emocional deficiente: Infancias marcadas por negligencia afectiva, abuso o falta de apego seguro pueden afectar el desarrollo del lenguaje emocional. La alexitimia es común en sobrevivientes de trauma complejo.
Condiciones comórbidas: Es frecuente en personas con trastornos del espectro autista, trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastornos alimentarios o adicciones.
Síntomas y señales de alerta
Aunque no se considera un trastorno clínico por sí solo, la alexitimia se manifiesta como un rasgo psicológico con síntomas reconocibles:
Incapacidad para identificar emociones básicas como tristeza, miedo, enojo o alegría.
Dificultad para expresarlas verbalmente, incluso con personas cercanas.
Pensamiento muy literal o lógico, con poca capacidad de introspección o fantasía.
Baja empatía emocional y dificultad para conectar con los sentimientos ajenos.
Síntomas físicos sin causa aparente, como tensión muscular, dolor abdominal o fatiga persistente.
Aparente indiferencia o desconexión emocional en situaciones donde se espera una respuesta afectiva.
La alexitimia puede provocar aislamiento social, dificultades laborales y relaciones interpersonales disfuncionales. Al no poder expresar lo que sienten, muchas personas reprimen sus emociones, lo que aumenta el riesgo de padecer trastornos como depresión, ansiedad generalizada o somatizaciones. Además, puede interferir en procesos terapéuticos al limitar el vínculo emocional con el terapeuta.
¿Se puede tratar?
Aunque no existe una “cura” para la alexitimia, sí hay herramientas terapéuticas eficaces que permiten desarrollar habilidades emocionales:
Terapia cognitivo-conductual (TCC): Ayuda a identificar pensamientos automáticos y vincularlos con emociones subyacentes.
Terapia basada en la mentalización: Entrena la capacidad de comprender los propios estados mentales y los de los demás.
Mindfulness y meditación: Favorecen la conexión cuerpo-emoción, aumentando la conciencia sobre las sensaciones físicas relacionadas con estados afectivos.
Escritura terapéutica o expresiva: Puede servir como puente entre el mundo emocional y el lenguaje.
Como explica la neurocientífica Lisa Feldman Barrett, “las emociones no son entidades universales preprogramadas; son construcciones mentales que el cerebro crea a partir de la experiencia y el contexto”. En este sentido, aprender a construir un lenguaje emocional es posible, aunque requiera tiempo, acompañamiento y paciencia.
Comprender la alexitimia permite derribar prejuicios y ampliar la mirada sobre lo que significa “sentir”. Vivimos en una cultura que valora la expresión emocional, pero pocas veces se detiene a pensar en quienes no han aprendido ese idioma. Promover la educación emocional desde edades tempranas y fomentar espacios de escucha empática son claves para incluir también a quienes sienten, pero no saben cómo decirlo.
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