Crashing Out: Cuando la Generación Z colapsa en internet y lo convierte en catarsis pública
- Redacción Qhali
- 7 jul
- 4 Min. de lectura
Cada vez más jóvenes graban y comparten en redes sociales sus crisis emocionales sin filtro. Detrás de este fenómeno viral hay un lado vulnerable, un trasfondo psicológico y una alerta para padres y especialistas.
El hashtag #cryingontiktok acumula más de 2.5 mil millones de vistas en TikTok, convirtiendo lágrimas reales en uno de los contenidos más virales de la plataforma. Foto: Canva
El tiktoker peruano Beik (Roberto Herrera) se hizo viral cuando empezó a hablar de su ansiedad y sus rupturas amorosas usando el humor y la crudeza de sus emociones. “Probé haciendo un video sobre cómo me sentía… y al día siguiente era viral”, contó en una entrevista para El Comercio (2024). Beik, como miles de jóvenes en TikTok, muestra lo que muchos hoy llaman “Crashing Out” que es grabar y compartir un momento de colapso emocional sin miedo a exponer la parte rota de uno mismo.
Este fenómeno crece sobre todo entre la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) y transforma momentos privados en catarsis pública, generando empatía, likes y comentarios de apoyo. Pero detrás de este desahogo colectivo, psicólogos como Elena Gómez advierten que el peligro es que los adolescentes confundan la validación online con ayuda real.
¿Qué significa “Crashing Out”?
El término “Crashing Out” viene del verbo to crash (colapsar) y define la acción de mostrar en redes un momento de crisis: ataques de ansiedad, llantos, confesiones o pensamientos vulnerables que antes se quedaban en privado.
Según el periodista Allie Volpe de Vox, la frase se popularizó cuando usuarios empezaron a grabar sus “breakdowns” y subirlos a TikTok, generando un efecto espejo donde otros jóvenes se sintieron autorizados a compartir también sus propias crisis. “Es una forma de catarsis pública que intenta sustituir la contención que muchas veces no se encuentra en casa o en un consultorio”, explica Gómez para Salud Hoy en el 2024.
De la intimidad a la viralidad: ¿cómo surgió?
Aunque el acto de desahogarse no es nuevo, internet convirtió ese gesto privado en un fenómeno global. Influencers y usuarios anónimos empezaron a documentar sus crisis bajo la etiqueta CrashingOut, generando un espacio de validación colectiva.
Allie Volpe explica que este contenido se diferencia del storytime o del vlog porque no hay edición ni filtros: “El atractivo está en ver la crudeza del colapso emocional en tiempo real.” Muchos jóvenes lo asocian con autenticidad y conexión genuina. Sin embargo, expertos advierten que la exposición de la fragilidad puede volverse adictiva o incluso contraproducente para quien la protagoniza.
Para la psicología, el Crashing Out tiene dos caras. Por un lado, compartir emociones puede ser una forma de catarsis colectiva, un alivio que reduce la soledad. Por otro, expone la salud mental a la validación superficial de likes y comentarios.
“Los adolescentes pueden sentirse escuchados, pero sin una red de apoyo real, esa exposición se vuelve un parche temporal,” dice Gómez (Salud Hoy, 2024). Además, la American Psychological Association (2024) advierte que subir contenido de crisis sin guía terapéutica puede reforzar patrones de dependencia emocional hacia la aprobación online.

¿Qué papel juega Tiktok y la cultura digital?
Plataformas como TikTok y Reels son las vitrinas perfectas para el Crashing Out, porque el algoritmo premia el contenido que despierta emociones intensas: tristeza, rabia, empatía. El Global Wellness Institute confirma que los videos emocionalmente crudos y sin filtros tienen hasta 80 % más interacción que publicaciones “felices” o neutras. La lógica es sencilla: más emoción, más vistas; más vistas, más posibilidades de viralizarse. Además, la cultura de hashtags como cryingontiktok, breakdown o mentalhealthawareness alimenta la normalización de grabar crisis en tiempo real. Vox explica que muchos usuarios no solo buscan apoyo, sino también sentirse parte de una comunidad vulnerable, en la que llorar frente a la cámara es casi un ritual colectivo.
Sin embargo, psicólogos advierten que esta exposición masiva puede tener efectos rebote. La psicóloga Elena Gómez señala que “las redes convierten un momento íntimo en un espectáculo compartido, pero no ofrecen contención real, los likes calman un rato, pero la raíz del problema sigue ahí.”
Por eso, expertos como la American Psychological Association (2024) recuerdan que, si bien visibilizar emociones es positivo, depender del algoritmo para procesarlas puede reforzar patrones de ansiedad, validación externa y adicción a la exposición. En otras palabras: el celular escucha, pero no abraza.
Entonces, ¿qué hacer con este fenómeno?
Los psicólogos recomiendan ver el Crashing Out como una señal de alerta más que como una moda. Si bien compartir ayuda a normalizar que todos podemos tener un mal día, no debe sustituir la terapia ni convertirse en un ciclo de exposición sin contención real.
“Si notas que tu hijo o amiga publica estos videos, la recomendación es acompañar, preguntar y, de ser necesario, buscar apoyo profesional,” enfatiza Gómez (Salud Hoy, 2024).
El Crashing Out nos recuerda que la Generación Z tiene menos miedo de mostrar sus emociones, pero también más acceso a una vitrina sin filtro que no siempre cuida la fragilidad que exhibe. Reconocer cuándo el desahogo digital necesita convertirse en ayuda profesional puede marcar la diferencia entre un simple video viral y un verdadero paso hacia la sanación.
Mostrar la vulnerabilidad no está mal. De hecho, puede ser valiente y necesario. Pero hacerlo sin contención real convierte el Crashing Out en un loop emocional que se alimenta de corazones y comentarios, no de soluciones. En el mundo real, un terapeuta o un amigo de verdad siguen valiendo más que mil likes.
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