Cuando el miedo a fracasar te paraliza antes de intentarlo
- Deborah Astengo
- hace 4 horas
- 3 Min. de lectura
El temor al fracaso puede convertirse en un obstáculo silencioso que impide avanzar, asumir riesgos o perseguir metas personales y profesionales.
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Aunque todos hemos sentido temor al fracaso en algún momento, para algunas personas este miedo se convierte en una barrera incapacitante que frena cualquier intento de acción, incluso antes de comenzar. Esto no solo afecta el rendimiento académico o laboral, sino también las decisiones personales, relaciones e incluso la autoestima.
“El miedo al fracaso no solo tiene que ver con el error, sino con lo que creemos que ese error dirá de nosotros. Las personas con alta autoexigencia o con antecedentes de crítica constante suelen asociar el fracaso con una pérdida de valor personal”, explica la psicóloga clínica peruana Shirley Gómez, especialista en terapia cognitivo-conductual.
Este fenómeno, conocido como ateluofobia, puede llevar a evitar nuevas oportunidades, postergar decisiones importantes, minimizar los propios logros e incluso desarrollar síntomas de ansiedad o depresión.
¿Cómo se manifiesta este miedo paralizante?
El miedo a fracasar no siempre se expresa como pánico evidente. A menudo, adopta formas más sutiles como:
Procrastinación crónica: dejar tareas importantes para “cuando estés listo”.
Autoboicot: generar excusas o saboteos que impidan avanzar.
Perfeccionismo extremo: no empezar nada por miedo a que no salga perfecto.
Parálisis por análisis: pensar tanto en los escenarios negativos que se vuelve imposible actuar.
Inseguridad constante, incluso con habilidades probadas.
Según un estudio del Journal of Behavioral Science, “el 31% de jóvenes adultos reporta haber evitado aplicar a oportunidades por miedo a no estar a la altura o fracasar”.
¿Por qué tenemos tanto miedo a fracasar?
Las causas pueden ser múltiples y suelen combinar factores sociales, psicológicos y personales. Entre los más comunes están:
Experiencias previas negativas, como fracasos públicos o muy criticados.
Entornos familiares exigentes o perfeccionistas, donde el error era penalizado.
Falta de autoestima o autoconfianza, que hace que el fallo se sienta como una sentencia.
Presión social por “tener éxito” desde joven, acentuada por las redes sociales.
Comparación constante con los demás.
En el caso de los jóvenes, el ideal de éxito inmediato y sin tropiezos puede llevar a una percepción distorsionada del fracaso como algo inaceptable o humillante.
¿Cómo superar este miedo antes de que limite tu vida?
El primer paso es reconocer que el miedo al fracaso no te define, pero sí puede condicionarte si no lo trabajas. Algunas estrategias recomendadas por especialistas son:
Aceptar el error como parte del proceso de aprendizaje.
Replantear el concepto de fracaso: no como un fin, sino como retroalimentación.
Tener metas realistas y específicas, no ideales inalcanzables.
Celebrar los intentos, no solo los logros.
Buscar apoyo psicológico, especialmente si el miedo ya interfiere en tu bienestar.
Rodearte de entornos que valoren el esfuerzo, no solo el resultado.
“Uno de los cambios más importantes es dejar de preguntarte ‘¿y si fallo?’ y empezar a pensar ‘¿qué aprenderé si lo intento?’. El crecimiento no se da sin tropiezos”, resalta la psicóloga Shirley Gómez.
En Perú, instituciones como el Colegio de Psicólogos del Perú y programas universitarios de bienestar emocional están promoviendo campañas contra el miedo al fracaso y fomentando la cultura del error como oportunidad de mejora.
El miedo al fracaso es natural, pero no debe dictar el rumbo de tu vida. Aprender a convivir con él, enfrentarlo y transformarlo en motor de acción es clave para avanzar con autenticidad. Porque al final, el mayor riesgo no es fracasar, sino no intentarlo nunca.
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