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Cuando tu memoria bloquea lo que dolió: disociación y supervivencia

  • La disociación es un mecanismo psicológico complejo que puede hacer que la mente bloquee recuerdos traumáticos como una forma de protección.

Cuando tu memoria bloquea lo que dolió: disociación y supervivencia
Foto: Freepick

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La disociación es una respuesta adaptativa del cerebro que actúa como escudo frente a experiencias traumáticas o emocionalmente insoportables. Cuando una persona vive un evento extremadamente doloroso —como abuso, violencia o negligencia emocional prolongada—, su mente puede fragmentar la experiencia y bloquearla total o parcialmente.


Este fenómeno, que puede ir desde el olvido selectivo hasta estados más complejos como el trastorno de identidad disociativo, no es una invención ni un signo de debilidad mental , sino un mecanismo de supervivencia profundamente enraizado en nuestra biología.


"La disociación permite que el individuo siga funcionando en su entorno a pesar del trauma. Es como si la mente separara la experiencia para que no interfiera con lo cotidiano", explica la psicóloga peruana Dra. Mariana Gamarra , especialista en trauma complejo y psicoterapia integrativa.

La Asociación Americana de Psiquiatría clasifica la disociación dentro de los trastornos disociativos, e incluye manifestaciones como amnesia disociativa, despersonalización (sentirse fuera del cuerpo) y desrealización (percibir el mundo como irreal). Todas ellas, en mayor o menor grado, pueden originarse tras situaciones traumáticas no procesadas.


La memoria como defensa: cuando olvidar es sobrevivir


Contrario a lo que se cree, la memoria no es un registro exacto de los hechos. En contextos de trauma, el hipocampo —área del cerebro encargada de consolidar recuerdos— puede “desactivarse”, impidiendo que el recuerdo quede almacenado de forma coherente. A su vez, la amígdala —centro del miedo— permanece activa, dejando una huella emocional que se puede manifestar como ansiedad, fobias o ataques de pánico, sin que la persona sepa por qué.


Según un artículo de Nature Reviews Neuroscience , los recuerdos traumáticos pueden almacenarse como fragmentos sensoriales, sin narrativa clara, o incluso permanecer inaccesibles por años. Esto explica por qué muchas personas no recuerdan episodios de abuso o violencia infantil hasta bien entrada la adultez.


“En muchos casos, los pacientes llegan a terapia por síntomas como angustia, dificultad para vincularse o disfunciones físicas crónicas, y recién en el proceso emergen memorias olvidadas o estados de disociación que nunca identifican como cuentos”, indica la Dra. Gamarra.


La disociación en Perú: una realidad poco visibilizada


En el contexto peruano, la disociación sigue siendo un fenómeno poco comprendido tanto en la salud pública como en la educación emocional. Sin embargo, psicoterapeutas y psiquiatras están comenzando a reconocer su importancia en pacientes con antecedentes de violencia familiar, abandono, bullying severo o traumas por desastres naturales.


El Ministerio de Salud del Perú (MINSA) ha reportado que más del 40% de las mujeres atendidas en centros de salud mental han vivido situaciones de violencia emocional o sexual en la infancia , y muchas presentan síntomas compatibles con disociación, aunque sin diagnóstico formal.


Además, según un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado - Hideyo Noguchi” , existe una alta tensión entre experiencias adversas tempranas y síntomas disociativos en jóvenes y adultos con ansiedad, depresión o trastornos de personalidad.


¿Cómo saber si estás disociando?


La disociación puede manifestarse de forma sutil o intensa. Algunas señales que podrían indicar su presencia son:


  • Lagunas de memoria ante eventos importantes de la vida.

  • Sensación de desconexión del cuerpo o del entorno.

  • Reaccionar emocionalmente sin saber por qué.

  • Dificultad para sentir emociones o recordar detalles de la infancia.

  • Cambios de estado anímico o de percepción sin causa clara.


No se trata de cosas imaginarias ni de debilidad psicológica. Como sostiene la Sociedad Internacional para el Estudio del Trauma y la Disociación (ISSTD) , la disociación es una forma de protección frente a lo insoportable, y merece un abordaje terapéutico respetuoso y especializado.


Sanar lo que se fragmentó: sí es posible


Aunque el proceso de integración de memorias traumáticas puede ser desafiante, la terapia psicológica especializada en trauma, como la EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), la terapia somática o el enfoque basado en el apego, han demostrado gran efectividad.


"Sanar implica reconectar con partes de nosotros que fueron separados para sobrevivir. Es un trabajo delicado, pero profundamente transformador", enfatiza la Dra. Gamarra.


Además, un entorno seguro, las relaciones afectivas sanas y el acceso a la educación emocional pueden contribuir significativamente a disminuir los episodios disociativos y fortalecer la resiliencia.

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