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Pier Piccioni, el verdadero "viajero en el tiempo"

  • Pier Piccioni despertó un jueves 25 de octubre del 2001, al mirar a su familia y su propio rostro notó algo extraño: había envejecido. La realidad era que no era 2001 sino el 2013, tras un accidente automovilístico había perdido 12 años de recuerdos en menos de un día.

Pier Piccioni, el verdadero "viajero en el tiempo"
R21

"A veces tengo 53 años y a veces tengo 65", relata Piccioni en una entrevista para la serie "Live Less Ordinary" de la BBC, quien sufrió un accidente que le provocó un "agujero negro" en su memoria a largo plazo. Al despertar del coma, la primera pregunta de sus colegas fue la fecha. Su respuesta, "25 de octubre de 2001", dejó perplejos a los médicos, quienes confirmaron que esa fecha, en efecto, había sido un jueves, demostrando una precisión asombrosa en su memoria previa al incidente.



La nueva realidad


El impacto inicial fue desorientador y, en sus palabras "terrible". Al ver a su esposa, Maria Assunta Zanetti, y a sus hijos, Filippo y Tommaso, los percibió como extraños. Su esposa lucía "con muchas arrugas, pelo diferente, gafas. Totalmente distinta", mientras que sus hijos, a quienes recordaba de 8 y 11 años, eran ahora adultos de 20 y 23. Pier, inicialmente, pensó que se trataba de "una broma muy grande". La cruda realidad solo se hizo evidente al día siguiente, cuando vio su foto en la primera página de un periódico local con la fecha del 1 de junio de 2013. "No es una broma, sino un trauma cerebral y estas son las consecuencias", asumió. Otro duro golpe fue enterarse de la muerte de su madre, su ausencia fue dolorosa porque no podía recordar lo que ella le dijo antes de morir.


El accidente automovilístico no solo le arrebató los recuerdos de su familia, sino también los avances tecnológicos de una década. "Yo me acosté con el fax y me desperté con el correo electrónico", comenta, asombrado por la llegada de internet, WhatsApp y los smartphones La situación lo sumió en una profunda crisis. "Al principio estaba muy, muy enojado con Dios, con el mundo y conmigo o, mejor dicho, con el que veía en el espejo, porque no era exactamente yo, sino otra persona con canas y arrugas a la que odiaba". La pérdida de su identidad y la imposibilidad de trabajar como médico, dadas sus condiciones, lo llevaron a un aislamiento y a pensamientos suicidas. "Era como un extranjero en un mundo que no entendía. Me sentí solo. Nadie me entendía. Nadie podía entenderme".


Nuevos recuerdos


A pesar de la magnitud de su pérdida el amor de su esposa fue fundamental. Aunque al principio las discusiones eran frecuentes debido a la falta de recuerdos compartidos, Pier relata un momento de redescubrimiento. Al ver a su esposa marcharse del hospital, sintió una atracción inesperada: "Se volteó y yo la vi de espaldas y fue como: ¡Guau, qué bonita! Me enamoré, pero para mí no era mi esposa". Esta peculiar experiencia lo llevó a bromear: "Creo que soy el único hombre que puede decir que ha traicionado a mi esposa con mi esposa".


La relación con sus hijos fue más compleja, ya que pasó de ser padre de niños a padre de adultos en un instante. "Si no has estado con ellos en la adolescencia, es muy difícil ser padre de un adulto", explica. Para reconectar, recurrieron a pasiones compartidas, como el fútbol. Revivir el partido en el que Italia ganó el Mundial de 2006, aunque Pier no lo recordaba, les permitió crear "un nuevo recuerdo" juntos.


El nuevo doctor


La recuperación no solo implicó reconstruir su vida personal, sino también enfrentar la persona en la que se había convertido durante sus años olvidados. Al preguntar a sus colegas sobre su carácter, se sorprendió al descubrir que su apodo era "El Príncipe Bastardo", una descripción que aludía a su "caballeroso" pero duro trato como jefe de Urgencias.

"Era muy difícil de creer, porque nunca antes había sido una mala persona", afirma Pier.

Para comprenderse, Pier revisó más de 76.000 correos electrónicos de esos doce años, confirmando la imagen de un jefe "severo" y "oscuro". Dos años después de su accidente, un colega le comentó que "si hubiéramos sabido que un golpe en la cabeza te haría mejor persona, te habríamos golpeado antes", una prueba de su profunda transformación. Pier se esforzó por volver a su profesión, sometiéndose a más de 63 pruebas para demostrar su aptitud. El retorno al trabajo, sin embargo, presentó el desafío de la percepción de sus pacientes y compañeros, quienes se preguntaban si el "Príncipe Bastardo" había regresado. La respuesta fue un rotundo no. "Haber sido paciente, me había transformado en una persona más amable y en un mejor médico", asegura.


Ahora, Pier trabaja con pacientes mayores, muchos con demencia y pérdida de memoria, un cambio de enfoque que le permite aplicar su propia experiencia. "Todo el mundo dice: 'eres más empático, me escuchas. Antes me hablabas, ahora te callas'", señala, destacando la importancia de la escucha paciente en su profesión. Su historia ha sido documentada en sus memorias, "Meno Dodici" (Menos Doce), que inspiraron la exitosa serie italiana "Doc-Nelle tue mani" y una serie de Fox, también llamada "Doc".



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