¿Te sientes mal por estar bien? La culpa emocional después del trauma
- Deborah Astengo

- 19 jun
- 3 Min. de lectura
Muchas personas experimentan un malestar emocional profundo al retomar la normalidad después de experiencias dolorosas, aunque nadie más lo vea.


Luego de atravesar situaciones traumáticas —como una pérdida, una enfermedad, un accidente o incluso una crisis emocional—, muchas personas comienzan a sentir un tipo de culpa inesperada: la de estar “demasiado bien” o de comenzar a disfrutar la vida nuevamente. Esta sensación, conocida como culpa del sobreviviente o culpa emocional postraumática, puede ser profundamente limitante y pasar desapercibida en entornos que celebran la “resiliencia”.
La paradoja emocional: ¿por qué sentimos culpa al mejorar?
Según la American Psychological Association (APA), la culpa postraumática es común en personas que sobreviven a situaciones límite o que experimentan alivio tras un largo período de sufrimiento. Puede surgir tras hechos como la muerte de un ser querido, el fin de una relación abusiva o una mejoría significativa en la salud mental.
La psicóloga peruana Zulita Dioses, especialista en trauma y procesos de duelo, explica que:
“Es una reacción emocional ambigua. Por un lado, hay alivio, pero por otro, aparece la pregunta: ‘¿Por qué yo y no los demás?’, o ‘¿es justo que me sienta bien si aún hay dolor en el entorno?’.”
En muchos casos, esta culpa no se expresa abiertamente, lo que dificulta que sea identificada y tratada.
Cuando sanar también duele
El trauma psicológico no se limita al evento en sí, sino a cómo este se procesa internamente. El National Center for PTSD en EE.UU. señala que incluso años después del evento traumático, las personas pueden experimentar emociones complejas al avanzar en su recuperación.
En el contexto peruano, estos sentimientos también se ven influenciados por normas culturales. La socióloga Ana Cecilia Montes, docente en la Universidad Católica, sostiene que:
“En Perú, el dolor suele tener un valor simbólico ligado a la dignidad. Muchas veces, al sanar, las personas sienten que pierden una conexión con quienes aún sufren o con quienes ya no están.”
¿Cómo reconocer esta culpa?
Algunos signos de que se está experimentando culpa postraumática incluyen:
Sentimientos de vergüenza o incomodidad al experimentar bienestar.
Autoboicot o autosabotaje cuando las cosas mejoran.
Pensamientos intrusivos sobre el pasado traumático.
Sensación de que no se tiene “derecho” a sentirse feliz.
En palabras de la psiquiatra española Marian Rojas Estapé, autora del libro Encuentra tu persona vitamina, esta culpa puede reflejar una falta de reconciliación interna:
“Hasta que no se le da sentido al dolor vivido, muchas personas sienten que no pueden avanzar sin traicionar una parte de sí.”
Cómo abordar la culpa desde la compasión
Superar esta forma de culpa emocional no implica borrar el pasado, sino reconfigurar la narrativa que se tiene sobre él. Los especialistas recomiendan:
Aceptar el bienestar como parte del proceso de sanación.
Trabajar la autocompasión: comprender que sanar no significa olvidar, sino honrar lo vivido de otra manera.
Buscar apoyo terapéutico, especialmente en enfoques como el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) o la terapia narrativa.
Hablar sobre estas emociones sin vergüenza, normalizándolas en espacios de confianza.
En Perú, cada vez más centros psicológicos abordan el trauma desde perspectivas integradoras. La psicoterapeuta María Fernanda Salazar, del Centro Kayla, indica que:
“El primer paso es validar la emoción. No hay que forzar el goce ni reprimir la tristeza; ambas pueden coexistir.”
El derecho a estar bien
Comprender que el bienestar no borra el valor de lo vivido, sino que lo transforma, es clave para dejar atrás la culpa emocional. Reconocer esta etapa como parte del proceso puede ayudar a las personas a avanzar sin dejarse arrastrar por el peso del pasado.
La culpa por sentirse bien tras un trauma es un fenómeno silencioso, pero real. Validar su existencia, comprender su raíz y abordarla con ayuda profesional puede ser el comienzo de una verdadera reconciliación emocional. Sanar no es olvidar: es permitirte vivir sin miedo a honrar tu bienestar.
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